Hoy lunes los griegos, quienes llevan cinco años de recortes, subidas de impuestos y bajadas de salarios, se han levantado con una buena y con una mala noticia. La buena es que sus bancos después de tres semanas de “corralito” han reabierto sus puertas y ellos por fin han podido cobrar cheques y acceder a sus cajas fuertes y a sus depósitos bancarios gracias a que el Banco Central Europeo (BCE) inyectó el jueves pasado 900 millones de euros a la economía helena. La mala es que desde hoy el transporte, la comida y los restaurantes son más caros por la subida al 23 por ciento del Impuesto al Valor Añadido (IVA), pero también la luz y el agua. Esas dos son las primeras consecuencias del acuerdo al que llegaron la semana pasada el gobierno heleno de Alexis Tsipras y la Unión Europea (UE) para la aprobación de un tercer rescate financiero (el primero fue de 110 mil millones de euros y el segundo de 130 mil millones de euros), esta vez de unos 85 mil millones de euros. Y ello en un país prácticamente en quiebra, con una ruinosa situación económica tras cinco años de recesión, un 177 por ciento del PIB de deuda, un desempleo galopante y una población pobre y cada vez más desesperada.

Miles de personas aguardaban esta mañana la fila en la entrada de los principales bancos del país desde una hora antes de que abrieran sus puertas. La mayoría de ellas quería cobrar cheques, incluso caducados (en Grecia es muy común recibir el pago a través de un cheque), pagar facturas e impuestos, sacar dinero, o acceder a sus depósitos bancarios y a sus cajas fuertes. Y pudieron hacerlo. También podrán pagar por gastos médicos con un límite de 2 mil euros al mes y enviar dinero a los hijos que estén estudiando en el extranjero (5 mil euros cada tres meses). Sin embargo, y para evitar que sigan saliendo capitales o que los griegos se guarden el dinero en cajas fuertes o bajo el colchón (como algunos de ellos están haciendo) seguirán con restricciones al capital ya que sólo podrán sacar 60 euros al día o 420 euros a la semana de una vez.

Pero también desde hoy lunes deberán pagar un 23 por ciento de IVA por los alimentos que compren en los supermercados, por el transporte (metro, autobús y tren), por los consumos que hagan en los restaurantes (cuyo IVA estaba en el 13 por ciento), por los productos funerarios y hasta por los preservativos. El nuevo gobierno de Syriza (una coalición formada por 10 partidos de izquierda), que esta semana se estrena tras la salida de algunos de sus ministros “rebeldes” que se oponían al nuevo plan de la Troika comunitaria (Fondo Monetario Internacional, Comisión Europea y Banco Central Europeo), ha puesto en marcha este nuevo IVA aprobado el miércoles pasado como gesto de buena voluntad de que esta vez sí va a cumplir con lo pactado. La subida supondrá un aumento de 700 euros al año por familia, según ha calculado el Instituto de Consumo heleno, ya que también se han incrementado otros productos básicos como la luz y el agua (cuyo IVA será del 13 por ciento).

A cambio de todo ello Grecia ha recibido hoy un crédito puente de 7 mil millones de euros con el que podrá pagar también hoy 3 mil 500 millones de euros por vencimiento de deuda al Banco Central Europeo (BCE) y otros mil 500 millones de euros también de vencimiento de deuda al Fondo Monetario Internacional (FMI). Dos de las muchas deudas que tiene pendiente y que debe afrontar en las próximas semanas. Pero además, el miércoles el gobierno de Tsipras tendrá un nuevo desafío político ya que el Parlamento deberá aprobar nuevos recortes y reformas en materia judicial y bancaria para recibir el tercer rescate financiero. Si Tsipras lo consigue sin que haya más dimisiones en el Ejecutivo que preside, antes del 8 de agosto ambas partes firmarán el tercer programa de ayuda que será negociado a través del Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera (MEDE), un instrumento creado en el 2010 para hacer frente a la crisis y con fondos de la UE. Pero antes y para vigilar que todo se lleve a cabo tal y como se ha acordado, hoy los temidos “hombres negros” de la Troika después de varios meses de ausencia, han vuelto a Atenas.

Pese a que los mercados han vuelto a la calma, la sombra del “Grexit” (salida del Grecia del euro) sigue siendo alargada. Son muchos los economistas que piensan que la deuda de Grecia no sólo es impagable, sino que la economía no podrá responder y que el final será abandonar la UE. Grecia debe mucho y a muchos. Necesita una quita (condonación) pero según la ley, ni la Unión Europea ni el Fondo Monetario Internacional (FMI) pueden aceptarla. Sólo pueden reestructurarla. Y eso no está claro que sea suficiente. Como tampoco está claro cómo va a poder gobernar Alexis Tsipras con una población harta y unos ex ministros que no dejan de acusarle de haberse convertido en un vasallo del Eurogrupo, como dijo hace unos días el que fuera su ministro de Economía y Finanzas y mano derecha, Yanis Varufakis. Y con líderes europeos que no dudan en caldear el ambiente con sus declaraciones, como el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, quien ha sugerido que Grecia salga temporalmente de la zona euro. Una solución que aunque menos mala, seguiría siendo mala para todos. Sobre todo, para los griegos.

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