Washington.— Tras el acuerdo nuclear alcanzado con las potencias mundiales, Irán se prepara para reincorporarse a las grandes ligas del mercado petrolero.

Su retorno ha provocado el desasosiego de algunos competidores que lo ven como un factor de inestabilidad adicional para el precio del barril a futuro o que podría complicar las cosas a países que, como México, apuestan por alianzas estratégicas o proyectos de inversión conjunta con corporaciones de Estados Unidos y Europa.

Muchos ven el peligro de que Teherán haga uso de la competencia desleal, rebajando precios y flexibilizando condiciones con tal de recuperar el segundo puesto que tenía en el seno de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y su vieja cuota del 60% en el mercado asiático que le han arrebatado competidores como Arabia Saudita, Kuwait, Nigeria, Venezuela y los Emiratos Árabes.

Si bien los efectos del acuerdo no se verán sino hasta 2016, el retorno de Irán al mercado petrolero implica un ambiente más competitivo para todos los países productores a la caza de alianzas estratégicas y un petróleo más barato. Irán ostenta el número uno en materia de reservas de gas en todo el mundo y el segundo en cuanto a yacimientos petroleros, según la Revisión Estadística de Energía Mundial de BP (Junio de 2015).

Con el 9.3% de las reservas de petróleo mundiales y el 18% de las reservas de gas natural, Irán regresa al terreno de juego donde los principales centros de monitoreo ya vaticinan dolorosos reacomodos. Por ejemplo, Alejandro Werner, economista en jefe del FMI para el Hemisferio Occidental, dijo esta semana que “desde el punto de vista de los países de América Latina exportadores de petróleo, (el retorno de Irán) es una mala noticia”. Este impacto, resaltó, podría darse en un plazo de uno a tres años en la cuota de mercado de países como México, Brasil, Venezuela y Ecuador.

“La normalización de las relaciones comerciales con Irán podrá generar, en un horizonte no inmediato, un aumento en la oferta de crudo de entre medio millón y 800 mil barriles diarios”.

La inquietud de los países productores, y de un mercado que necesita de estabilidad en tiempos de recesión y recuperación, obligó a operadores a lanzar mensajes de tranquilidad. “No es sólo una cuestión de bombear y abrir los grifos de petróleo de nuevo”, dijo a The New York Times Andrew Slaughter, director ejecutivo del Centro Deloitte para Soluciones de Energía en Texas.

“Los iraníes van a necesitar algunas inversiones y tecnología”, añadió en alusión a los más de 250 mil millones de dólares que requerirá Irán para renovar su infraestructura.

Este diagnóstico es compartido por la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) que, en uno de sus más recientes reportes, consideró que aunque el retorno de Irán al mercado “provocará rivalidades” con sus socios en el seno de la OPEP (principalmente con Arabia Saudita), la contracción de la producción de petróleo en países como EU en 2016 le permitirán acomodar los 500 mil barriles por día que ha prometido inyectar al mercado en su retorno inicial.

Antes de las sanciones impuestas a Teherán en 2012, Irán tenía una capacidad de producción de hasta 4 millones de barriles por día.
Irán podría beneficiarse de la actual guerra entre la OPEP y EU por el control de la producción y los precios. Durante la pasada cumbre de la OPEP, en junio, se decidió no reducir una producción que ha saturado el mercado con 94 millones de barriles al día, es decir, más de 2 millones de los necesarios para abatir los precios a los 50 dólares en promedio.

El pulso de la OPEP con EU ha buscado recortar la producción de petróleo de este país, que ha crecido de forma exponencial gracias a las técnicas de fracking o fracturación hidráulica que le han permitido disminuir su dependencia petrolera de Medio Oriente, a cambio de una tecnología más cara y menos competitiva que la de países como Arabia Saudita o Irán.

Irán podría encontrar la coyuntura para volver al mercado con la ayuda de países como China, que a pesar de haberse sumado a las sanciones en 2012, siempre mantuvo abierta una puerta trasera a las compras del petróleo iraní a precios muy competitivos. En este sentido, China es uno de los grandes ganadores del acuerdo nuclear con Irán y uno de los principales apoyos de Teherán en la lucha de este por recuperar su lugar en el mercado petrolero mundial.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses