Después de más de 17 horas de reunión, todo un récord en este tipo de reuniones, los líderes de la Unión Europea (UE) con la todopoderosa canciller alemana Angela Merkel a la cabeza, han aceptado hoy en Bruselas (Bélgica) la propuesta del primer ministro griego, el joven (tiene solo 40 años) y mediático Alexis Tsipras, de llevar a cabo más recortes y más reformas, y el país heleno recibirá un tercer rescate financiero de más de 80 mil millones de euros en los próximos tres años (que se suman a los 240 mil millones de euros que ya ha recibido en estos últimos años).
Pero a cambio el propio Tsipras, quien hace cinco meses ganó las elecciones al frente de Syriza, una coalición de 18 partidos de izquierda, con un discurso basado en el fin de la austeridad, se ha visto obligado a recular y a aceptar unas condiciones mucho más duras de los acreedores que las planteadas hace unas semanas. De manera que muchos ciudadanos griegos se preguntan ahora de qué ha servido el referéndum que les planteó el primer ministro para ver si aceptaban las condiciones impuestas por la Troika comunitaria (Banco Central Europeo, Comisión Europea y Fondo Monetario Internacional), si pese a que ganó el “No” con el 61 por ciento de los votos, su primer ministro se ha visto obligado a claudicar y las va a llevar a cabo. Y también muchos se preguntan ahora si tras este referéndum, que supuso un órdago a la Unión Europea, ésta institución no ha decidido vengarse del mandatario griego y endurecer todavía más el acuerdo.
Haya sido o no una venganza, una humillación, una claudicación o un aviso a navegantes (a otros países que sigan el ejemplo de Syriza), lo importante es que finalmente sí hubo acuerdo, y todo parece indicar que el tan temido Grexit (salida de Grecia de la Unión Europea) no se producirá. Eso si, siempre y cuando Tsipras cumpla con las exigencias de la Troika para poder recibir el rescate. Porque si no, todo quedará en papel mojado y la puerta de salida de Grecia del euro volverá a abrirse.
Para empezar antes del miércoles el Parlamento griego tiene que aprobar una serie de medidas como subir el IVA (Impuesto al Valor Añadido); congelar las pensiones hasta el año 2021; aumentar la edad de jubilación hasta los 67 años; endurecer las leyes laborales; privatizar aeropuertos y puertos; y crear un fondo por valor de 50 millones de euros al que Grecia transfiera sus activos privatizables y cuyos beneficios sirvan para reducir la deuda. Un fondo que esté en manos griegas pero supervisado por instituciones europeas relevantes. Este último punto se debe a una completa falta de confianza por parte de los líderes de la eurozona, quienes como no se fían de Tsipras le han pedido que ponga estos activos, que pueden ser desde bancos hasta bienes inmuebles pasando por empresas, como avales del rescate.
Todas estas medidas si finalmente se aprueban harán que la UE ponga en marcha su maquinaria para la aprobación del tercer rescate. Es decir, del dinero que permitirá a un país que tiene una deuda de 320 millones de euros: el 180 por ciento del PIB, y que le debe dinero a muchos: al FMI, a inversores privados, al Fondo de Estabilidad Financiera, a gobiernos de la eurozona (en especial a Alemania pero también a España) y al Banco Central Europeo, seguir a flote y evitar la quiebra. Pero también todas ellas empobrecerán a una ya empobrecida población griega que lleva más de cinco años soportando ajustes y dos semanas asfixiada sufriendo un “corralito”..
¿Y cómo va a lograr el propio Tsipras que el Parlamento las apruebe? ¿Cómo va a convencer a algunos de sus socios de gobierno de que la austeridad que lleva años defendiendo, ya no sirve y es hora de aprobar más recortes y más reformas? ¿Cómo va a poder gobernar si quienes le apoyan ya no lo hacen? ¿Cómo va a convencer a su población de que lo que antes no era bueno para Grecia ahora sí lo es? El primer ministro no sólo se ha visto obligado a aceptar medidas más duras sino que ni siquiera ha obtenido la promesa de los líderes europeos de una quita (condonación) de parte de la deuda. Tan sólo ha logrado que se hable de una reestructuración cuando todo el mundo sabe que lo que debe Grecia es imposible de pagar.
Hoy mismo el ministro de Trabajo Panos Skurletis, ha anunciado que habrá elecciones anticipadas a lo largo de este año, y que hasta entonces o bien habrá un gobierno de amplia coalición o bien se buscarán apoyos puntuales de la oposición para poder aplicar las reformas acordadas con la eurozona. En el caso de que hubiera elecciones anticipadas y para terror de la Troika, quien se sentiría mucho más a gusto con otro gobierno, según una reciente encuesta de MetronAnalysis para el portal económico heleno Macropolis, Syriza obtendría el 38,5% de los votos. Es decir, la mayoría absoluta. Nueva Democracia bajaría hasta el 19,1%, Potami también descendería al 5.3%, igual que los nazis de Amanecer Dorado (4,3%) y el ΚΚΕ (Partido Comunista), que sacaría el 3,8%. El único que podría incluso ascender son los socialistas del Pasok (4,2%), quienes en el 2009 gobernaban con mayoría absoluta. Con lo que paradójicamente a lo que se piensa en el resto de la UE, donde se considera a Alexis Tsipras responsable de todo lo malo que ocurre en Grecia, cada vez más griegos le apoyan. Y ello pese a que el país está sumido en el caos, los ciudadanos sólo pueden sacar 60 euros al día de los cajeros por culpa del corralito, no hay casi medicinas en las farmacias, el pequeño comercio está teniendo pérdidas millonarias puesto que la gente no tiene dinero para pagar en metálico, los bancos no tienen dinero entre otras cosas porque la fuga de capitales en estos cinco últimos meses ha superado los 100 mil millones de euros, el 50 por ciento de los jóvenes no tiene trabajo y la tasa de suicidios ha aumentado un 40 por ciento desde la crisis. Y lo que es peor, ellos no ven la luz al final del túnel sino un futuro muy negro.