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Roma.— La crisis griega ha abierto otro frente, esta vez no económico, sino de naturaleza geopolítica que preocupa de manera especial al gobierno de Washington. “Grecia debe mantenerse en el euro, el Grexit no es una opción”, dijo el presidente estadounidense Barack Obama al llamar telefónicamente a la canciller alemana Angela Merkel y a los jefes de gobierno de Francia y Grecia, François Hollande y Alexis Tsipras.
Detrás de la tajante afirmación de Obama está el temor, para nada infundado, de que Grecia —fuera de Europa— pudiera terminar bajo la influencia ruso-china, haciendo perder a Occidente un aliado más que estratégico en esa parte del mundo, en un momento en el que Turquía, otro aliado de la región, parece no ser ya un socio confiable debido a que su jefe de gobierno, Recep Tayyip Erdogan, es un islámico conservador.
“La preocupación de Estados Unidos es el posible acercamiento geopolítico de Grecia a Rusia que, en mi opinión, es excesiva, porque Europa y Grecia están en una fase de un gran juego político que aún no plantea esta posibilidad, pero vista la posición que ha adoptado Turquía, la incertidumbre se justifica”, dijo a EL UNIVERSAL Alessandro Campi, politólogo de la Universidad italiana de Perugia.
Excesiva o no esta preocupación, la verdad de las cosas es que si bien el Kremlin auspició que Atenas llegue a un acuerdo con sus acreedores, el presidente ruso Vladimir Putin no parece estar dispuesto a renunciar al papel del “convidado de piedra” en la crisis helena. En estos últimos meses recibió en dos ocasiones a Tsipras —en Moscú y luego en el foro económico de San Petersburgo—, encuentros que EU y la Unión Europea interpretaron como una iniciativa rusa que escondía, no obstante las sanciones económico comerciales que le ha impuesto Occidente, la posibilidad de un eventual apoyo económico a Grecia. Lo anterior se confirmó en San Petersburgo, donde Rusia y Grecia firmaron un acuerdo preliminar sobre el tránsito, en territorio heleno, de un gasoducto ruso que permitirá a su paraestatal Gazprom abastecer gas a Europa a través de Turquía, Grecia y otros países balcánicos.
“El gasoducto está en relación con el interés que tiene Rusia de contar con una apertura hacia el área mediterránea, ya que Siria, su base tradicional, está en el caos y ahora necesita crear un acceso directo a esta zona, que es lo que preocupa a Washington”.
Este contrato, traducido en términos económicos, significa al menos dos mil millones de euros, que Moscú ofreció a Grecia aun cuando siga diciendo que “los hermanos ortodoxos hasta ahora no nos han pedido ayudas económicas, pero si lo hacen estamos listos para darles una respuesta positiva”.
El experto italiano en geopolítica Federico Rampini afirmó en un artículo en el diario La Repubblica que “la preocupación de Obama es hoy estratégica. Rechaza la hipótesis del Grexit, porque una Grecia a la deriva podría terminar en las manos de Rusia, China o de ambas. Al final de la Segunda Guerra Mundial, (el primer ministro británico Winston) Churchill explicó a (el presidente estadounidense Franklin D.) Roosevelt la importancia estratégica de la pequeña Grecia y desde entonces EU lo sigue teniendo en cuenta”.
En cuanto a China, en 2010, este país y Grecia firmaron 14 acuerdos comerciales con los que Beijing se adjudicó una importante participación en la gestión de los cruciales puertos griegos, sobre todo del Pireo, que representa casi la quinta parte de la mundial, y de sociedades del sector de las telecomunicaciones.
“Además de haber obtenido en 2013 utilidades por más de 23 millones de dólares, el coloso China Ocean Shipping Company (COSCO) ha convertido el puerto del Pireo en la terminal de los productos chinos destinados a Europa del sur y del oeste”, recordó a este diario Vittorio Da Rold, uno de los expertos del prestigiado periódico económico italiano Il Sole 24 Ore.