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A diferencia de otras fases cruciales en la vida política guatemalteca en las que fue cómplice de militares y oligarquía, la Iglesia católica de Guatemala ha evitado aliarse con los poderes políticos y económicos tradicionales para enfrentar la crisis que hoy sufre la nación, por la secuela de estallidos de millonarios escándalos de corrupción en los poderes Ejecutivo y Legislativo.
El pueblo “no debe retroceder” en las protestas que inició en abril, pidió el arzobispo metropolitano de Guatemala, monseñor Óscar Julio Vián, luego de que a mediados de junio quedara suspendido el antejuicio contra el presidente Otto Pérez Molina, mismo que fuera ordenado por la Corte Suprema de Justicia, a fin de evaluar su desafuero por su presunto nexo con fraudes cometidos en aduanas y en la seguridad social, y también en la policía y el Congreso. Pérez afirma ser inocente.
En una entrevista con EL UNIVERSAL, Vián declaró que Guatemala padece de una “corrupción organizada”.
Guatemala fue sacudida por el destape de una profunda corrupción política. ¿Esto hinca más al pueblo guatemalteco?
—Como lo dijimos los obispos en un comunicado del 3 de junio, el descubrimiento de la corrupción organizada en entidades estatales ha puesto en crisis la institucionalidad del Estado y ha generando un creciente desencanto entre la población, provocando manifestaciones multitudinarias que expresan la indignación de grandes mayorías de ciudadanos.
Estas manifestaciones populares tienen valor no sólo por la cantidad de personas que aglomeren, sino por el propósito que persiguen de lograr un cambio en la forma de ver las instituciones del Estado, ya no como un botín político sino como una posibilidad de servir al progreso de todos.
¿Cómo deben reaccionar los guatemaltecos?
—Después de esta nueva forma de hacer valer su derecho ciudadano, la población no debe retroceder en su conciencia de ser la responsable de velar por el correcto ejercicio del poder; buscando incluso otras formas pacíficas de expresar su posición.
¿Podría decirse que el clamor popular es de un “hasta aquí” hacia la clase política por la corrupción que arrastra Guatemala hace muchos años?
—La gente se ha dado cuenta de que no puede permanecer más como espectadora de los graves problemas que nos aquejan, sino que debe pronunciarse con claridad ante la clase política, para hacerles saber que no están dispuestos a dejarse dominar más por personas que sólo desean aprovecharse de los puestos de poder para seguir enriqueciéndose a costa del sufrimiento de la mayoría de la población.
El “levantamiento popular pacífico”, como le ha llamado, debe continuar siendo un acto de civismo, que no sólo exprese inconformidad, sino impulse cambios auténticos; lo cual va más allá de reformar leyes, sino de inculcar en los ciudadanos actitudes nuevas que expresen nuestra corresponsabilidad en el futuro.