Arrinconado por una de las más altas tasas de homicidios en la historia de El Salvador (más de 19 al día el mes pasado), y en medio de una violenta arremetida de las pandillas juveniles y del crimen organizado, el presidente Salvador Sánchez Cerén cumplió ayer su primer año de gobierno, enfrentado además a una endémica crisis socioeconómica que genera la masiva migración irregular a EU.

Un informe del estatal Instituto de Medicina Legal de El Salvador entregado ayer a EL UNIVERSAL mostró que marzo, abril y mayo de 2015, con 2,090 homicidios, fueron el trimestre más violento desde 2002, mientras en el mismo periodo de 2014 hubo 1,468 asesinatos.

El recuento mostró que mayo de 2015 fue el mes más violento en los últimos 14 años, con 622 homicidios, según medios de prensa locales, y el único que sobrepasó los 500, al menos desde enero de 1992, cuando se registró el final de la guerra civil, que tras 12 años dejó unos 80 mil muertos, mientras en los 12 años de 2002 a 2014 fueron asesinadas 43,887 personas. El total de homicidios de 2014 llegó a 3,912 y en los primeros cinco meses de 2015 ya van más de la mitad del total de esos casos.

Ante este escenario de mortal acoso por la pugna entre las maras —la Salvatrucha y la 18— por su choque con fuerzas de seguridad y por el crimen organizado, Sánchez expresó ayer, al comparecer en la Asamblea Legislativa, que erradicar el “mal” de la violencia “no es tarea fácil”.

“Existen causas históricas, sociales y económicas”, admitió el mandatario.

“Es tiempo de sentar bases sólidas y duraderas para una sociedad en paz y armonía”, añadió el ex negociador de la paz, que el próximo 18 de junio cumplirá 71 años.

Al asegurar que la economía creció 2% en 2014, informó que la pobreza disminuyó de 24.9% en 2009 a 20% en 2014 y la pobreza extrema bajó de 10.5% a 6.2% en ese mismo plazo en ese país de 6.3 millones de habitantes.

El aumento de las remesas, que pasaron de 3,969 mdd en 2013 a 4,217 mdd en 2014, favorece a la “e conomía familiar ”, reconoció Sánchez, al señalar un factor irónico en El Salvador: el dinero enviado al año por 2.5 millones de salvadoreños que emigraron a EU expulsados por la violencia y la exclusión social (desempleo, analfabetismo), es vital para sostener las finanzas nacionales.

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