Roma.— Pese a los avances por combatir el hambre en el mundo, millones de personas siguen sin suficiente comida que llevarse a la boca, reveló ayer un informe de la FAO.
José Graziano da Silva lleva desde 2012 al frente de esta Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura y fue el arquitecto del exitoso programa “Fome Zero” (Hambre Cero), introducido en 2003 en Brasil. En una entrevista con DPA en Roma, este agrónomo brasileño nacido en Estados Unidos habla de los retos que plantea el futuro, las posibilidades que ofrece la tecnología y cómo pueden contribuir los ciudadanos en la lucha contra el hambre.
¿En qué momento se encuentra la batalla contra el hambre?
—Desde 1990 se ha avanzado considerablemente, con en torno a 70 países en desarrollo que lograron el Objetivo del Milenio número uno de reducir a la mitad para 2015 la proporción de gente que pasa hambre. Por ejemplo, un país como Ghana invirtió en agricultura y vio como la malnutrición caía de 47% a menos del 5% entre sus ciudadanos. Brasil hizo lo mismo con una intervención integral que comenzó con el programa “Hambre Cero”, vinculando el apoyo a la producción con la protección social. Estos países son fuente de inspiración para todos.
No obstante, pese al progreso mundial en la lucha contra el hambre, unos 800 millones de personas siguen sin tener suficiente comida. Esta cifra resulta inaceptable, especialmente teniendo en cuenta que, en un nivel agregado, el mundo ya produce alimentos suficientes.
¿Qué papel pueden desempeñar los avances tecnológicos como los cultivos modificados genéticamente o la carne artificial en la erradicación del hambre?
—El mundo ya produce alimentos suficientes para todos a nivel agregado. Sólo unas pocas regiones no tienen suficiente comida debido a una producción insuficiente o a que no pueden importarla. La mayoría están en África y son países que llevan mucho tiempo en crisis debido a conflictos o catástrofes naturales. Sin embargo, aún tenemos que aumentar la disponibilidad de alimentos en 60% para 2050, de manera que se pueda satisfacer a una población mundial que se espera que crezca hasta los 2 mil millones. Podemos y necesitamos lograr este desafío de manera sostenible, en un contexto en el que los recursos naturales como el agua y el suelo fértil están cada vez más amenazados por la degradación ambiental y el cambio climático.
Hay muchas formas de hacerlo, desde reducir la comida que se pierde y se malgasta a incrementar la disponibilidad de los alimentos. Es necesario explorar las opciones... desde semillas resistentes a las sequías a la microirrigación, la agricultura de conservación, las biotecnologías, etc. La decisión de si un país debería o no adoptar la modificación genética sigue siendo responsabilidad de cada gobierno.
¿Qué pueden hacer los ciudadanos de países ricos para combatir el hambre en el mundo?
—Casi un tercio de los alimentos que se producen para el consumo humano —aproximadamente mil 300 millones de toneladas al año— se pierden o malgastan a nivel global. La pérdida o el maluso de los alimentos se da en los hogares, pero también en servicios de catering o similares, y esto es un tema especialmente importante en los países desarrollados.
¿Ayuda comprar productos orgánicos?
—El consumo de alimentos orgánicos en países desarrollados puede ayudar a combatir el cambio climático, pues la producción orgánica deja una menor huella de carbono... A menudo, los alimentos orgánicos procedentes de países en desarrollo como el café o el cacao orgánicos se producen de manera respetuosa con la sociedad, dando empleo en producciones a pequeña escala, incluidas las mujeres... Al comprar estos productos los consumidores contribuyen a que los ingresos de estos trabajadores les permitan mejorar la seguridad de su alimentación y su nivel de vida. DPA