Un día después de sufrir la mayor derrota electoral desde 1991, el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, del Partido Popular (PP), decidió dar la cara y comparecer en rueda de prensa, algo poco habitual ya que no sólo no da entrevistas sino que desde hacía más de tres años que no hablaba ante los periodistas.
Ayer, desde la sede del PP en Madrid y tras la reunión que mantuvo con el Comité Ejecutivo Nacional, Rajoy subrayó que su partido había sido el más votado en las elecciones autonómicas y municipales del domingo. “La victoria ha sido incuestionable”, reiteró, aunque también reconoció que los resultados obtenidos —perdió casi tres millones de votos— “no son los que nos hubiera gustado tener”.
Sobre las causas de los malos resultados, en su comparecencia no hubo autocrítica. Se limitó a decir que se había debido a la falta de recursos de los gobiernos autonómicos, a la crisis económica que vive España y a los casos de corrupción. Y tras anunciar que no hará cambios en el gobierno ni en el partido que preside, para zanjar cualquier debate en torno a la renovación de su liderazgo anunció que será el candidato de los populares en las elecciones generales que se celebrarán
en noviembre.
El PP sufrió el domingo un batacazo electoral. En 13 de las 17 comunidades en las que se llevaron a cabo elecciones autonómicas perdió casi todo el poder que había logrado en el 2011. Es decir, si ese año el mapa de España se había teñido de azul, el domingo se convirtió en un arcoíris.
En concreto perdió la mayoría absoluta en ocho comunidades: Madrid, Castilla y León, Valencia, Castilla-La Mancha, Baleares, Murcia, Cantabria y La Rioja. Mientras, el opositor PSOE conservó Asturias y podrá recuperar Extremadura, Aragón, Valencia, Baleares y Castilla-La Mancha, siempre que pacte la mayoría de las veces con Podemos, que logró entrar en prácticamente todos los parlamentos autonómicos.
En la comunidad de Madrid, donde gobierna desde 1995 con mayoría absoluta, el PP logró por un sólo escaño mantener el gobierno. Obtuvo 48 escaños frente a los 72 de hace cuatro años. Perdió medio millón de votos. Y para alcanzar la mayoría absoluta, que son 65 escaños, deberá pactar con la nueva formación emergente Ciudadanos, que fue la otra vencedora de la noche al obtener un millón y medio de votos y convertirse en la tercera fuerza política más votada, con el 7%.
A Podemos no se le puede cuantificar porque en algunos lugares no acudía con su nombre sino en una plataforma ciudadana con otras formaciones políticas.
En el caso de las elecciones municipales, el PP también perdió el enorme poder que tenía debido a la irrupción de Ciudadanos y de las candidaturas municipales impulsadas por Podemos en los principales ayuntamientos. Entre las ciudades que perdió está Madrid, donde la alcaldesa será Manuela Carmena de la plataforma Ahora Madrid.
La hora de los pactos. Sin embargo la principal novedad de estos comicios, además del giro a la izquierda que dieron los ciudadanos con su voto, es el hecho de que se acabaron las mayorías absolutas y en muchos ayuntamientos y comunidades autónomas para seguir gobernando PP y PSOE deberán pactar con las fuerzas emergentes.
De hecho, en 9 de cada 10 grandes ciudades será necesario un pacto. En el caso del PSOE lo hará con Podemos. En el caso del PP con Ciudadanos, que aunque no logró tantos votos como esperaba ni pudo entrar en los 13 parlamentos, fue el tercero en número de votos totales y tendrá la llave en la comunidad de Madrid, uno de los pocos bastiones que le quedan al PP.
Hoy los ojos de todos están puestos en esas dos nuevas formaciones. Se analizará cómo pactan y con quien, qué condiciones establecen y si cumplen sus promesas. Las elecciones generales de noviembre están cerca y el voto de muchos ciudadanos dependerá de lo que hagan ellos en los próximos meses.