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Acción Nacional está más vivo que nunca. La fuerza, el coraje, la tenacidad y el compromiso de sus militantes no conocen límites. Hoy, la derrota electoral debe ser la oportunidad para recuperar nuestro partido. Uno fuerte, generoso, con identidad y valores firmes, pero sobre todo de y para los militantes. Con un liderazgo firme y comprometido seremos de nueva cuenta la opción política que mejor represente a los mexicanos.
Para encabezar esta lucha en la cual recuperemos la ética y la democracia interna que fue pisoteada en aras del poder por el poder, es que he decidido participar como candidata a la Presidencia Nacional de mi partido. Estoy convencida de que ésta, no debe ser una simple rotación que mantenga los privilegios de la cúpula. Debemos apostar por un cambio profundo de la estructura que hoy gerencia el rumbo del PAN . Decido contender para encabezar desde la base, la transformación que se requiere. Aspiro a ser la voz de los militantes acallados y desplazados por una alianza que hoy se desdibuja.
Propongo primero, que la fuerza del PAN sean sus militantes. Para fortalecer su participación necesitamos enfrentar el elefante en la habitación: el padrón electoral . Éste ha operado como comodín para la cúpula; así cuando conviene, apuesta por el padrón y depura a los disidentes; cuando no, lo debilita y argumenta la pertinencia de las designaciones. Repensar el padrón es una amenaza para la cúpula, pues si incluimos a más personas en el proceso político, su peso se diluye. Devolvamos a los militantes la capacidad de decidir y demos significado a su participación.
Segundo, el partido debe replantear la forma en la que se organiza e interactúa consigo mismo. Un punto fundamental en el proceso de renovación debe ser la reforma a los estatutos. Si bien se requiere prohibir a los integrantes de los comités buscar candidaturas durante su mandato, la medida es insuficiente, porque también necesitamos ampliar la participación en la toma de decisiones. En las últimas dos reformas estatutarias se privilegió la concentración del poder. Ahora debemos procurar que más actores se involucren, garantizando la representatividad, los consensos y la rendición de cuentas.
Necesitamos una dirigencia que tenga la voluntad de articular un mejor diálogo entre los comités municipales, estatales y el nacional. La concentración del poder repercutió en la pérdida de vinculación con la estructura más cercana a los ciudadanos. Si queremos construir una estrategia exitosa de cara a las siguientes elecciones, requerimos una mayor visión sobre lo local.
Tercero, la proyección de nuestros principios y visión de futuro. El PAN logró marcar la diferencia en la vida de los mexicanos cuando su lucha se guió por convicciones y su ejemplo democrático, no por el cálculo y la lucha por el poder en sí mismo. El reto será conversar sin temor sobre nuestras posiciones en torno al libre mercado y el papel del Estado, el combate a la corrupción –comenzando al interior del partido–, la inseguridad y los derechos humanos.
El proceso apenas comienza y los militantes debemos preguntarnos: ¿Queremos una dirigencia que siga administrando las derrotas y los privilegios o recuperar al partido democrático del cual nos sintamos orgullosos? Conozco la fuerza de los militantes, cuando nos decidimos a enfrentar los atropellos, lo hacemos sin miedo los cacicazgos.
Estoy lista para encabezar esta resistencia. Cuento con las mejores armas, las que Gómez Morín llamó irresistibles: las ideas y los valores del alma, no tenemos otras, pero tampoco las hay mejores. Te invito a que te sumes, a que sin miedo levantemos la voz y hagamos del PAN este partido del cual nos volvamos a sentir orgullosos. Lucharé por una dirigencia que se construya desde la base. Por ello, quiero ser presidenta de Acción Nacional.
@mirellemontes