Es a través de la política que se conduce el destino de un país, pero es con visión de Estado como se forja el destino de una nación.

Ha iniciado el año electoral esperado por muchos y temido por otros, mismo que definirá el futuro del país para los próximos seis años y quizá aún más.

Para estas elecciones se han formado tres tendencias dominantes, además de los candidatos independientes, pero las que tienen posibilidad de triunfo son tres y sólo tres. Merece la atención la forma en cómo las tres fuerzas políticas dominantes se dedicaron a consolidar a los partidos políticos de menor tamaño, ello como una estrategia para acumular el mayor número de militantes de distintas fuerzas políticas antes que dejar que los partidos pequeños pudieran optar por presentar otros candidatos que alteraran el equilibrio de fuerzas prevaleciente.

En una de las opciones un candidato presenta por tercera vez un proyecto político de corte personal, que busca proponer un neoestatismo para sustituir al neoliberalismo en la conducción económica del país.

Otra opción la forma una alianza reciente entre el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD). El PAN durante décadas representó a una tendencia de derecha a veces antigubernamental y a veces sólo muy liberal que se ha vinculado con los grupos que aún permanecen en el PRD.

No deja de sorprender que estos dos contendientes que en el pasado tuvieron fundamentos ideológicos opuestos, hoy compartan una necesidad de sobrevivencia política.

A reserva de analizarlo con mayor detenimiento, en una primera impresión esta unión artificial del PAN y PRD da la impresión de que intentaron crear una copia pirata del PRI.

Otra de las opciones y quizá la más prometedora es la que propone el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el cual por tradición ha destacado en la conducción presidencial del mayor número de sexenios en la historia política posrevolucionaria y que tiene un candidato que posee la mayor experiencia en el desempeño de cargos públicos de alta responsabilidad.

El trilema de México de este año es la elección entre tres de las opciones que son opuestas. Tres visiones de país que contrastan con lo que muchos de los ciudadanos desearíamos que coincidieran estos partidos y sus candidatos.

Como lo he propuesto en ocasiones anteriores, creo que es necesario nuevamente hacer un llamado a la civilidad política y a la responsabilidad electoral de los principales partidos contendientes en esta elección presidencial, para que realicen una tarea de construcción de acuerdos nacionales, que independientemente de quien gane, se responsabilicen de conducir el país con metas concretas, definidas y unidas entre sí. Esto con el objeto de que el curso de la nación en el corto, mediano y largo plazos no se altere por visiones personalistas o por lo que durante muchos años se ha llamado “el estilo personal de gobernar”, que no es otra cosa que la institucionalización de los caprichos de un gobernante más allá de las facultades que le otorga la Constitución.

La necesidad de estos acuerdos nacionales obedece a que nuestro sistema político adolece de los mecanismos de conciliación política que permitan articular una estrategia nacional en la que todos los partidos, con sus matices, con énfasis en sus prioridades, sin contradicciones ni retrocesos, tengan la posibilidad de aportar las ideas más innovadoras para aprovechar las grandes oportunidades del país.

Es entonces momento de pensar en construir una visión de futuro y de largo plazo de la nación.

En suma, a lo largo de los próximos 179 días habremos de decidir cuál de las tres opciones es la que busca avanzar, retroceder o improvisar.

Rúbrica

. Si usted tuviera que escoger entre uno de los Tres Reyes Magos ¿a quien elegiría, al del camello, al del elefante o al del caballo?

Político, escritor y periodista.
@AlemanVelascoM
articulo@alemanvelasco.org

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