Hace muchos años un político de la vieja guardia me dijo que las campañas y los discursos deben ser cortos y concisos. De ahí que no hay político que en una campaña larga cometa errores o peor aún se contradiga.

Como resultado de la XXII Asamblea del PRI, entre muchas innovaciones se aceptó, con reservas de algunos, la apertura para postular candidatos que no hayan sido militantes. Los críticos especulan con la anatomía un dedazo “tradicional” o “sintético” en el caso de que un candidato externo sea postulado a la Presidencia de la República. Ya vendrán los tiempos de definir personas y seguro habrá sorpresas de forma y de fondo.

Hoy el deporte nacional es el futurismo electoral. Para muchos son las fechas memorables de aquellas novelas: Retrato hablado y Palabras mayores, en las que Luis Spota sintetizó los rituales de las sucesiones presidenciales del PRI en el siglo pasado.

En realidad, el tema es la construcción del mejor escenario político-electoral donde el PRI habrá de identificar la mejor oferta política y la mejor selección de candidatos de 3 mil 216 cargos de elección popular.

De acuerdo con el INE las elecciones del año próximo serán no sólo las más competidas sino también las más grandes, pues coinciden elecciones para la Presidencia, diputados, senadores, así como siete entidades con elecciones de gobernadores, diputados locales y alcaldías, incluyendo las correspondientes a la Ciudad de México.

Es un proceso donde cerca de un millón 400 mil ciudadanos constituidos en funcionarios electorales en 156 mil casillas recibirán y contarán —a mano— cerca de 520 millones de boletas.

El proceso electoral de 2018 es una de las decisiones más controvertidas de nuestro tiempo. De cualquier manera la campaña electoral ya está en forma, es aguerrida, competida, ofensiva y está basada en acusaciones y recriminaciones de diversas índoles. El progreso no se construye con acusaciones, reclamos ni amenazas. Es evidente que todo mundo sabe muy bien lo que no quiere, pero no hemos logrado definir aquello que todos queremos, pues no hemos sido capaces de dialogar y contribuir en lo que estamos de acuerdo en lograr.

Requerimos construir una visión de país de largo plazo, que trascienda el horizonte electoral y el proyecto de un sexenio.

Lo importante es construir un acuerdo nacional de gran visión entre todas las fuerzas políticas, con el fin de que todos los partidos acepten trabajar unidos en sus coincidencias acerca del progreso nacional. Al analizar las propuestas de gobiernos de coalición y alianzas, que están tan de moda, pienso que lograr este acuerdo nacional es hoy más urgente e importante que en el pasado.

En el pasado ha sido una posición muy cómoda pensar que el sólo hecho de elegir a un candidato resolverá todos los problemas del país, al contrario, hoy más que nunca se requiere de la visión de un liderazgo que no sea protagónico y que logre impulsar una acción del ciudadano en forma corresponsable con su entorno, su región y su país.

Muchos reclamos tiene el PRI, quizá bien ganados, pero puedo asegurar que la mayoría de los militantes y simpatizantes de este partido son mujeres, hombres y jóvenes honestos, comprometidos con el país con ideales limpios y reclamos justos. No dudo que el partido habrá de dar espacios de participación política a quienes se han distinguido por un comportamiento impecable en su quehacer cotidiano, así como por su talento y vocación política.


Rúbrica. Se mira relampaguear. La temporada de huracanes —los de lluvia no los políticos— me recuerda los tiempos de las fuertes inundaciones que sufrimos en Veracruz en el año 1999. Los opositores que tanto criticaron la compra de tres helicópteros que salvaron muchas vidas, tomaron como albergue la comodidad del Café de la Parroquia.


Político, escritor y periodista.
@AlemanVelascoM
articulo@alemanvelasco.org

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