Miguel Alemán Velasco

El México anónimo

27/09/2017 |01:16
Redacción El Universal
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La sociedad progresa más cuando comparte un buen motivo. El pasado 19 de septiembre México vivió nuevamente un evento imponderable e impensable, dado que no existe la forma en que se pueda predecir un temblor, y mucho menos que pueda definir la razón por la cual se repita en una misma fecha. Tampoco hay un villano responsable de este tipo de fenómenos naturales ni tienen una causalidad imputable a un gobierno o a una organización.

Sabemos que cuando el individuo o la sociedad experimentan una experiencia traumática el primer intento es el de regresar lo más pronto posible al estado original. No obstante a las lamentables consecuencias debemos aprovechar el cambio social que hoy vive nuestro país. Ello significa que hemos avanzado a un estadio superior de comportamiento social.

Así, en medio de la tragedia, la sociedad encontró una nueva forma de fortalecer la cohesión social, con una renovada corresponsabilidad anónima, desinteresada y generosa.

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La velocidad con la que se ha re direccionado la voluntad de la sociedad es un elemento que si fuera de manera intencional duraría años. Sorprendentemente, este proceso de reprogramación espontánea de hábitos sociales voluntarios fue lo que permitió que aflorara el sentimiento latente de corresponsabilidad y de empatía recíproca de los mexicanos.

En este proceso se ha reducido notablemente la posibilidad de conflicto y la violencia física, así como la hostilidad entre ciudadanos desconocidos, que durante semanas y años antes venían dividiendo e hiriendo a la sociedad.

En las actividades de rescate en zonas derruidas y en los centros de acopio es notable la equidad de género que se observa. Así como la participación, la organización y los liderazgos que se aceptan de manera libre.

Vemos con satisfacción, que en el plano social, México ha avanzado más en una semana que en décadas de manifestaciones.

Lo importante es ver cómo se busca lograr la permanencia de esta cultura de corresponsabilidad y del bienestar colectivo con la aportación del esfuerzo individual.

Tanto a los que aportan como los que reciben saben que la ayuda no tiene dueño. Nuestro país le ha mostrado al mundo la mejor cara de nuestra gente, la mejor forma de nuestro trabajo, la dedicación incansable de la voluntad de apoyo, pero sobre todo y con mayor transcendencia, el valor inconmensurable del apoyo recíproco por el solo hecho de necesitarlo.

Son actos que rebasan el potencial humano y como tales la sociedad debe de estar preparada para su recuperación.

La gran tarea hoy no es intentar regresar a como estábamos anteriormente. Debemos aprovechar esta transformación para redefinir las vocaciones territoriales de las zonas dañadas y fortalecer los marcos legales y especificaciones de construcción, así como el diseño, la densidad y sobre todo la pertinencia de volver a construir en zonas que por segunda vez coincide su fragilidad en el subsuelo.

Es una solución simplista pensar que el resultado de esto debe de tener una consecuencia electoral. Considero que es más importante que las instancias políticas busquen preservar el ánimo de colaboración más que aprovechar este suceso como un pretexto para dividir e imponer a la sociedad reclamos que le son ajenos.

Es evidente que del sismo de 1985 al de 2017 la capacidad de organización de la sociedad, la capacidad de reacción y compromiso de las autoridades y la vocación de colaboración conjunta de personal del servicio público y ciudadanos ha superado muchos límites.

Es quizá este ejemplo el que es más valioso reconocer y el que es más necesario conservar.

Amigo lector, México ha dado muestras irrefutables de su fortaleza y los jóvenes nos dan la seguridad de que nuestro país tiene un gran futuro.


Rúbrica. Pregunta obligada. Antes se preguntaba: ¿dónde te tocó el temblor? Hoy lo importante es responder: ¿y tú qué hiciste para ayudar?


Político, escritor y periodista.
@AlemanVelascoM
articulo@alemanvelasco.org