Hace cincuenta años, el 16 de julio de 1969 a las 9:32 de la mañana despegó la nave Apolo 11 para llevar al hombre a la Luna. Recuerdo con emoción transmitir este hecho histórico con mi colega y amigo Jacobo Zabludovsky, desde Cabo Cañaveral, hoy Cabo Kennedy, donde resonó la cuenta regresiva para que Michael Collins, Buzz Aldrin y Neil Armstrong lograran llegar a la Luna y regresar sin contratiempos.

La nave Apolo 11 tardó dos días en recorrer cerca de medio millón de kilómetros para que el 20 de julio el módulo llamado Eagle tocara suavemente la superficie lunar.

La llegada del hombre a la Luna es uno de los momentos más importantes de la historia de la humanidad, y es la primera transmisión de televisión desde otro cuerpo celeste. Más de 600 millones de habitantes compartieron la emoción de ese momento.

Años antes, en 1962, John F. Kennedy se comprometió a llevar un hombre a la Luna y regresarlo a tierra antes de que concluyera esa década. En 1969 logró cumplir ese sueño. La NASA logró repetir la hazaña cinco veces más. Hasta la fecha es posible identificar los vestigios de la base del módulo lunar, un sismómetro, un astabandera y otros elementos que a lo largo de medio siglo son las huellas de la presencia del hombre en la Luna.

En 1957, durante los tiempos críticos de la Guerra Fría, se inició la carrera espacial. La Rusia soviética había sorprendido al mundo con los primeros lanzamientos del Sputnik y posteriormente los primeros viajes orbitales tripulados por Yuri Gagarin y Valentina Tereshkova, desde el cosmódromo de Baikonur. Fueron estos hechos los que inspiraron a abrir un nuevo capítulo de mi carrera periodística.

Por la trascendencia de todas estas innovaciones, en septiembre de 1962 publiqué mi libro: Los secretos y las leyes del espacio, que analiza el nuevo Derecho espacial, el cual asegura que el espacio exterior es un bien de toda la humanidad, por lo que no se aplican criterios de propiedad o soberanía de naciones o empresas, y expresamente prohíbe la instalación de armas nucleares o de destrucción masiva. No obstante estas leyes han sido omisas a la posibilidad de que otro tipo de armamento sea utilizado en el espacio exterior.

La universidad de MIT, entre otras, fue generadora de los avances fundamentales para la exploración espacial. La investigación de nuevas formas de transporte aéreo y espacial, es entre otros, el aspecto fundamental de la cátedra en Astronáutica y Aeronáutica que mi familia creó en mi nombre en esa universidad en el año 2017, con la satisfacción de que el primero que ocupó ese puesto es el científico mexicano Paulo Lozano.

Hoy se abre una nueva era en la exploración espacial; Estados Unidos, Rusia, China, Japón, Francia e India han anunciado proyectos diversos de exploración espacial que van desde una estación habitada en la Luna hasta el inicio de un viaje tripulado a Marte.

Todo el universo era un mar de tranquilidad, hasta que Donald Trump ordenó en días pasados crear un área encargada del desarrollo de armas y estrategias de defensa bélica en el espacio exterior, situación que puede significar la violación de los acuerdos internacionales vigentes en la materia.

Muchos son los avances que la exploración espacial ha dado para beneficio de la humanidad en nuestros días. En esta etapa esperamos que la tranquilidad del universo no se pierda porque las pasiones de dominio militar, hegemonía política o ambición económica pueden iniciar una nueva carrera armamentista suicida, donde lo único que lograrían las grandes potencias militares sería regresar a la humanidad a la edad de piedra.

Rúbrica. A sus órdenes. Mi padre comentaba: “Gobernar es fácil, lo difícil es que te obedezcan”.

Político, escritor y periodista.
@AlemanVelascoM.
articulo@alemanvelasco.org

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