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Los debates en las campañas electorales generan expectativa entre los votantes, pero muy contadas veces logra cambiar de manera contundente los números de las preferencias electorales.
Hace unos días fuimos testigos de los dos últimos debates más importantes en este 2018, el presidencial y el de la Ciudad de México.
Aunque ambos debates tuvieron similitudes, en esta ocasión nos abocaremos al denominado “Debate Chilango”.
Dejando de lado la teatral actuación de la candidata del partido Nueva Alianza, Purificación Carpinteyro, que como lo declaró en este diario, buscaba ser trending topic y lo consiguió, analizaremos las estrategias de los tres contendientes más fuertes.
Con la tranquilidad que da la posición estadística, la candidata de Morena, Claudia Shenbaum, denotó tranquilidad y seguridad, tomando como pilar el combate a la corrupción, que es el estandarte de la candidatura de su partido a nivel nacional, cuestionó al actual gobierno de izquierda encabezado por Miguel Ángel Mancera, y se dio la oportunidad de responder de manera mesurada a los cuestionamientos hechos por Barrales y Arriola.
Por su parte, la candidata del Frente por México, Alejandra Barrales, intentó mostrar una imagen distinta, recogiéndose el cabello y dando un aspecto similar al de la puntera.
Abrió haciendo referencia a la situación migratoria que se vive en Estados Unidos derivado de las políticas de la administración Trump, y atacó de forma recurrente a Claudia, intentó proyectar seguridad pero se vio forzada, la gesticulación de su rostro evidenciaban tensión, llegando a momentos verdaderamente lamentables, como cuando ofendió a la abanderada de Morena, declarando que su jefe “la sacaba a pasear”, perdiendo una barrera de respeto muy delgada, donde ante el espectador puede pasar de la duda, al rechazo total por ese proyecto político.
Finalmente, Mikel Arriola terminó como inició su campaña, perdiendo. Con todos los factores en contra, competir en la ciudad más progresista del país siendo abanderado del PRI, es un lastre demasiado difícil de superar.
Por lo anterior reiteró que no quitaría ningún derecho a los grupos que habitan la capital, habló de estrategias de seguridad que involucraban operativos con la marina, y atacó nuevamente al círculo cercano de Sheinbaum, específicamente a su coordinador de campaña con acusaciones de trata de personas.
Con un estilo muy cuadrado y poco empático, se mostró agresivo en sus intervenciones, intercambiando golpes incluso con la candidata del Partido Verde, desperdiciando tiempo valioso para conectar con los electores.
En resumidas cuentas, el tercer debate con un formato que por más atractivo que intentó ser, terminó siendo tedioso con una duración superior a las 2 horas y con 7 candidatos, donde una participante se robó el espectáculo y no precisamente por las propuestas.
Lo que representará el triunfo de Morena en la capital no es poca cosa, por la cantidad de votos que representa en el padrón electoral federal, es un bastión muy importante para López Obrador, que desde el 2015, demostró que llegaba para adueñarse políticamente de la ciudad.
En el próximo 1 de julio, podríamos presenciar lo que desde en épocas priistas no veíamos, un gobierno federal y capitalino alineado en un mismo partido, cuando la Ciudad de México por años se había caracterizado por ser la principal opositora a las administraciones federales encabezados por el partido tricolor y por acción nacional.
Ante el probable triunfo de Claudia Sheinbaum, quien supo aprovechar el efecto mediático que AMLO significa, tendrá la difícil tarea de gobernar la ciudad más diversa, con grandes problemas de seguridad y urbanidad, recordemos que Mancera ganó las elecciones con más del 60% de la votación, sin embargo la luna de miel terminó muy pronto, aunque claro, nunca tuvo a su mayor aliado en Palacio Nacional.
Twitter:@mike_delgadillo