“Dentro del PRI existe una corriente que considera que la unidad no es disciplina ciega y, por tanto, no se van a disciplinar incondicionalmente a la imposición”, señala Giselle Pérezblas, estratega de comunicación política.
Sinuoso ha sido su retorno a la presidencia, lo que parecía un boom fortalecido con un “Pacto por México” y unas “Reformas Estructurales”, se ha visto eclipsado con la sombra corruptiva que emana de sus principales actores políticos.
La XXII Asamblea Nacional Ordinaria del partido tricolor parecía encaminarse a un quiebre entre la nueva generación que no fue y la fuerza hegemónica que busca recuperar, empero los saldos no son tan positivos.
El abrir la ventana de que sean candidatos ciudadanos sin militancia, ha destapado dos principales cartas para el 2018; José Antonio Meade y Aurelio Nuño.
En un escenario complejo en el que la aprobación de Enrique Peña Nieto ha llegado a mínimos históricos y donde sus errores fueron los causantes de diluir los logros de su administración, el líder máximo de los priistas ha intentado acercarse a los ciudadanos olvidándose de acercarse a una base fragmentada.
El Secretario de Hacienda posee un perfil bastante particular, siendo un funcionario multifuncional que ha trascendido sexenios de partidos distintos, con una trayectoria mucho más técnica que política, hoy se vislumbra como un caballo negro que podría ayudar al PRI a competir.
José Antonio proyecta cautela, es cuidadoso al momento de declarar y presentarse ante los medios de comunicación, envía un mensaje de conciliación y serenidad, mientras se muestra concentrado en su tarea hacendaria.
Es bien visto por el sector empresarial y académico, por lo que, más que candidato, se le ha señalado como un buen sucesor de Agustín Carstens en el Banco de México.
Incluso podría atraer el voto de simpatizantes del PAN, ya que no ven en él a un priísta recalcitrante, aunado a que su seriedad contrasta con la pasión desbordada del principal candidato a vencer en los próximos comicios, Andrés Manuel López Obrador.
Algunas voces mencionan que el no pertenecer al grupo cercano de Peña favorece a su imagen ante la percepción ciudadana, sin embargo no debemos olvidar que él se ha declarado amigo cercano del canciller Luis Videgaray, quien sí es un elemento incondicional del presidente.
En una estrategia política, las virtudes pueden convertirse en desventajas ante la opinión pública.
La credibilidad de un candidato no se consolida únicamente por el historial personal que lo respalda, también juega un papel importante la marca del partido al que representa y el Revolucionario Institucional se encuentra muy desprestigiado entre los ciudadanos.
La poca identificación que los simpatizantes y militantes priístas tiene con Meade Kuribreña, se ha manifestado en la reciente asamblea donde el clima que se aprecia es de inconformidad.
En la opinión de Giselle Pérezblas, la estrategia de comunicación política va mucho más allá de la estrategia de marketing y posicionamiento, implica una construcción que pueda girar en torno a un candidato, y para ello, primero es necesario analizar el panorama al interior del partido para después trazar la ruta al exterior.
Además apunta que ; “La característica sistemática de éste sexenio ha sido la de enviar mensajes contradictorios, pues la base partidista, la que históricamente ha construido los triunfos, se ha sumado a la decepción colectiva y se muestra rebelde ante la imposición de candidatos desde el ámbito nacional. En comicios anteriores esto ha dado como resultado dolorosas derrotas y apretadas victorias para el PRI”,
Finalmente Giselle considera que ante la eventual posibilidad de que José Antonio Meade fuera el candidato presidencial del PRI, podría crecer en términos de conocimiento, popularidad e intención del voto, pero que la principal vía para lograr un triunfo será el respaldo de la estructura que se encarga de cuidar y ganar una elección, ya que sin éste apoyo, será realmente complicado.
Ante éste contexto, priístas de antaño como Manlio Fabio Beltrones y algunos otros, no parecen conformes con las imposiciones presidenciales y consideran que el rumbo del partido y de la candidatura debe ser otro.
A tan solo unos días de iniciar formalmente los tiempos electorales, al PRI se le agota el tiempo para unir a su plataforma y fortalecerla, de no hacerlo la oportunidad de conservar el poder se habrá escapado.