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juan.arvizu@eluniversal.com.mx
N ada contundente lo descalabra. El candidato a vencer, el priísta Alfredo del Mazo Maza, pasa el trámite del primer debate en la contienda por la gubernatura del Estado de México. Ha discutido con cinco contendientes, con cinco estrategias y ningún jaque.
Delfina Gómez Álvarez dice que es hija de un albañil, que por esfuerzo propio tiene dos maestrías, que viaja en transporte público, que ve al médico en los servicios del estado. Es la estrella en las encuestas, de Morena, la novedad de las elecciones en el Estado de México. Pero Josefina Vázquez Mota le clava unas banderillas que no se quita: 10% quitado a los trabajadores de Texcoco, como alcaldesa.
En los lances de inicio y despedida, cuando los candidatos se dirigen más al público, Josefina Vázquez Mota muestra una sonrisa muy abierta. Tengo la experiencia, dice una y otra vez, se da vuelo con el silencio de Delfina Gómez a sus acusaciones. La mirada de la panista está fija, inmóvil. La de su presa, Delfina, vacila y parpadea.
Alfredo, Delfina, Josefina, como en su estilo de conductor del debate el periodista Javier Solórzano llama a veces, pero también con sus apellidos, a quienes hoy pueden disputarse el cargo de gobernador del Estado de México.
Juan Zepeda Hernández, el perredista de Nezahualcóyotl, dice que fue migrante, pero deja suelto ese anzuelo. Tiene una expresión de seriedad, sus mensajes han sido preparados, nada lleva improvisado, pero las láminas que muestra con tantos detalles esconden lo que quiere mostrar. Afanoso, taladra al priísta, pero con poco vigor. Ofrece que es el bueno y el que sabe.
Óscar González Yáñez, ex alcalde de Metepec por el PT, aprovecha el set de televisión, muestra algo que parece un oficio amplificado, explica que se trata de una constancia de que su gestión fue honesta. Dice que va a meter a la cárcel, por corrupción, a Eruviel Ávila y al mismo Enrique Peña Nieto, “por todos los saqueos al Estado de México”.
María Teresa Castell, candidata independiente, es una voz enfática, da la imagen de quien va a salvar a los mexiquenses de la causa de todos los males: los partidos políticos, que “son lo mismo”. “Basta de partidos políticos, basta de engaños”. Usa sus piedras de retórica contra el cinismo de Alfredo, en seguridad; Josefina, experta en gastar el dinero de la gente; secuestros, en tiempos de Delfina, y el dinero que gasta Juan en espectaculares, ahora.
Formato para un debate aburrido, o sea, nada espectacular. Los varones sin corbata, incluido el moderador, salvo Alfredo del Mazo, en su uniforme de político priísta. Traje negro, camisa blanca, corbata roja. Vázquez Mota, con saco tipo piel negro; Gómez Álvarez, con una chalina que lo mismo da para guinda que rojizo, y rápido se le marchita la sonrisa; Teresa Castell, de saco blanco, como varios momentos finales en que le sobran segundos que rellena con exhortos a votar por ella.
Javier Solórzano dirá que esta noche ha sido el primer debate, de dos, interpretado en el lenguaje de señas mexicanas, una facilidad que ya se utiliza en diversas emisiones de la televisión mexicana.
El juego de cámaras de televisión sólo permite ver al candidato que tiene turno en el uso de la palabra. ¿Cómo saber el gesto de Delfina Gómez Álvarez cuando Josefina Vázquez Mota la acusa de que quitó 10% del salario a los trabajadores del ayuntamiento de Texcoco para darlo a su jefe político Higinio Martínez? La candidata de Morena se atrinchera en sus propuestas y dice: “No tomo nada que no me pertenezca”, y al conectar las palabras con una defensa propia, sólo suelta: “El salario es sagrado”.
¿Cómo saber si pegaron en Alfredo del Mazo las acusaciones —de Vázquez Mota, otra vez— por historiales de corrupción, con escalas en las siglas OHL e Higa, que son un bombardeo periférico. Nada directo a su persona. El juego de cámaras oculta el impacto de los golpes.
Los seis candidatos atrás tienen a sus equipos que actúan dentro de protocolos de acción convenidos, como lo fue el sorteo de cada turno en la palabra y en las réplicas a que se dio oportunidad en los temas abordados: seguridad pública, corrupción, desarrollo social.
El tema sándwich, la corrupción, fue en el que los participantes lanzaron acusaciones a los contendientes, menos a la candidata independiente, Teresa Castell, de cuya persona y rol ninguno de los otros cinco se ocupa.
Como de chiste insípido, el priísta Del Mazo con sus cartulinas con fotos de Vázquez Mota con Tomás Yarrington, y de Gómez Álvarez, con el secuestrador Alfonso Gómez, y no por eso las iría a culpar de delincuentes. Y su remate es de palabras increíbles: “Yo soy honesto y recto”. Lo ha dicho un hombre del mítico grupo Atlacomulco.
Fue un primer debate, aburrido, cargado de tensión y sonrisas nerviosas, con una ensalada de propuestas y lemas de propaganda electoral. Seis rostros sin encanto. En debates electorales, el mensaje es el formato.