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rebeca.jimenez@eluniversal.com.mx
Adriana Hernández Sánchez cumpliría 53 años este 6 de marzo, si no hubiera sido atacada en su propia casa en Jardines de San Mateo, donde desapareció el 22 de septiembre y cuyo cuerpo apareció tres días después dentro de una maleta en una vivienda de la colonia Presa El Tejocote.
El cádaver de Adriana apareció junto con el cuerpo de Karen Esquivel, se trata del doble feminicidio presuntamente ejecutado por Fernando el “valet Parking” que trabajaba junto a su casa.
La mujer de 52 años de edad, creció con el comportamiento de una niña de 10 años, era una mujer que a todo mundo sonreía y hablaba con cariño, relatan sus vecinos.
Pese a su discapacidad mental, Adriana era autosuficiente, mantenía limpia su casa donde habitaba con uno de sus hermanos, quienes le tenían prohibido abrir la puerta de su casa a extraños y recibir visitas, debido a su vulnerabilidad.
No obstante ella trabajaba empacando y acomodando mercancías en una tienda cercana, con lo que demostraba que era una mujer independiente.
Sus vecinos recuerdan que ella los saludaba con cariño a todos los que la conocían desde hace tiempo, incluso, agregan, demostraba interés por su estado de ánimo y salud.
La describen como una mujer muy platicadora, pero reservada y precavida, por la insistencia de sus hermanos a que no confiara en la gente ante el temor de que alguien le hiciera daño en todo el tiempo que pasaba sola.
Adriana conocía a Fernando, quien acomodaba los autos del gimnasio “Curves” y al que seguramente saludaba con la misma calidez que al resto de sus vecinos.
No obstante el “valet parkig”, se refirió a ella como “la loquita”, en una llamada que realizó a su hermano al que presuntamente confió el doble feminicidio para pedir que le prestara dinero y huir, según trascendió en los testimonios relatados en la audiencia de vinculación a proceso, en los juzgados penales de Barrientos, donde este 7 de febrero una juez determinará si lo vincula a proceso por el doble feminicidio.
El 22 de septiembre Adriana desapareció de su casa, donde sobre la mesa dejó dos platos listos, “como si fuera a recibir alguna visita”, relató una persona cercana a ella, quien junto con sus vecinos y familia vivió la angustia y conmoción de su desaparición y posterior hallazgo dentro de una maleta.
En su casa había algunas huellas de sangre, que revelaron a los investigadores que la mujer había sido atacada en su propio domicilio.
La Cédula Odisea con la foto de Adriana Hernández Sánchez, que emitió la Procuraduría General de Justicia del Estado de México tras su desaparición el 22 de septiembre, circuló por diversos grupos y redes sociales de vecinos de Naucalpan, especialmente en las zonas residenciales de Satélite, Echegaray y Lomas Verdes, donde la mujer tenía muchos amigos.
Sin embargo, su caso no fue tan sonado como el de Karen, la joven universitaria cuya desaparición movilizó a cientos de estudiantes y jóvenes deportistas que la conocían.
lsm