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juan.barrera@eluniversal.com.mx
“Yo puedo decir que John me salvó la vida porque evitó que fuera al lugar del siniestro. Fue mi ángel de la guarda porque tengo tres hijos y ahora puedo estar con ellos”, afirma Érika Janeth Pimentel Sánchez, conocida como La Güera, locataria del tianguis pirotécnico de San Pablito.
John Gutiérrez Cruz, militar de 35 años, acudió con dos amigos al tianguis comprar cohetes para sus hijos y eligió el local de La Güera.
“Yo iba a ir al lugar donde fue el siniestro a pagar unas cuentas, John se acercó y me dijo: ‘No Güera, despáchame tú’, y le digo ‘ahí que te dé precio mi esposo’, me dice ‘no, despáchame tú’ y le digo, bueno te voy a dar precio”, recuerda Érika.
Explica que hacía la cuenta y alcanzó a ver que John sacaba dinero cuando ocurrieron las explosiones.
“Cuando mi esposo [Marco Antonio] va por las cajas y regresa, él grita con su expresión ‘Ya valió madres, corran’. Yo era la única que me encontraba dentro del módulo, veo que todos salen corriendo, incluso John corre, salgó del local, empiezan a caer los cohetes prendidos, fue impactante, fue muy rápido todo”, dice.
Érika Janeth considera que de haber ido a la zona donde al parecer inició el siniestro, en el pasillo 2, probablemente hubiera muerto, como la mayoría de sus compañeras que atendían esos locales.
“El día 22 (de diciembre) mi bebé cumplió años y créamelo, el mejor regalo para mi hija fue tener a su madre al lado”, asegura.
“Estaba feliz, riendo”. Expresa que fue la última persona en ver vivo a John. Familiares del militar pegaron carteles con su fotografía para localizarlo, pues no estaba en la lista de personas lesionadas ni muertas. El cadáver del hombre fue el último en ser identificado, lo que fue posible con pruebas de ADN.
“Las únicas palabras de consuelo para sus familiares es que John se estaba riendo, estaba contento, pedía las cosas con una emoción porque eran para sus hijos. Y me sorprende e impacta el que ya no esté aquí, es algo que yo no puedo como estar tranquila. Si él corrió primero que yo, me imagino que corrió a ayudar a otros y por eso no salió”, dice.
Agrega: “Hasta el último instante teníamos una luz de que estuviera en la lista de desaparecidos y yo decía a lo mejor en algún hospital está, pero vivo. Cuando sus familiares se acercaron conmigo, pues fue impactante que nos dijeran ‘somos los familiares de John’ y cuando me enseñaron la foto fue volver a verlo de pie”.
Érika Janeth insiste: “Estoy muy agradecida con Dios, con él [John] y con la vida de que puedo estar con mis hijos. Fue mi ángel de la guarda, es lo único que les puedo decir”.
La mujer plática que cuando corría para escapar del fuego dejó atrás a su primo Eduardo Rojas, que avanzaba en silla de ruedas.
La mujer regresó y lo avanzó un tramo, pero su familiar le dijo que corriera, pues ella tenía hijos. Al final Eduardo también sobrevivió.
“Fueron tres truenos, fue enfrente, en medio, atrás, todo fue muy rápido. En un minuto se consumió el mercado”, precisa.
Repite: “No deja de ser el ángel de la guarda para mí, porque al llegar a mi negocio me pude salvar porque era a un pasillo donde yo iba a ir. De hecho todas las compañeras ya no están”.