Edomex

Esperan resolución sobre autopista Toluca-Naucalpan

A una semana de de la demolición de su vivienda, el líder otomí Armando García espera una respuesta y presupuesto por parte del gobierno de Edomex para la retribución de su patrimonio

(Foto: Dana Estrada)
18/04/2016 |12:29
Redacción El Universal
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A la espera de que gobierno del Estado de México resuelva definitivamente la situación jurídica de la construcción de la Autopista Toluca-Naucalpan, además de la retribución del patrimonio de las familias afectadas, el médico y consejero supremo indígena de San Francisco Xochicuautla, Armando García Salzar, decidió habitar en un campamento.

A una semana de la demolición de “el castillo”, como le llamaban los habitantes del poblado otomí a la casa de Armando, se encuentra viviendo en un refugio acompañado de su esposa, sus dos hijos, así como algunos miembros del grupo indígena; esto como una forma de resistencia hasta que la ayuda por parte del gobierno mexiquense se concrete.

En entrevista con EL UNIVERSAL, el dirigente indígena contó lo que su hogar significó para él y algunos de los pobladores.

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A pesar de que cuenta con el cobijo y apoyo de sus padres, que se han ofrecido a darle asilo, García Salazar se ha negado, ya que las acciones de las autoridades no correspondieron al protocolo adecuado y, además, se hizo uso de violencia.

“Mucha gente, no sólo mi familia, dice 'ya bájate a la casa', pero el orgullo es grande. Yo aquí me quedo y aquí vamos a mostrar resistencia”, puntualizó García, quien también reconoció que la ayuda de la comunidad ha sido grande, no sólo en la aportación de víveres, sino en el apoyo moral.

'El castillo'

La casa de don Armando empezó a construirse en 2004. Todavía hasta el 11 de abril se encontraba en obra negra; sin embargo, se comenzó a habitar desde ocho meses antes. El inmueble fue un sueño que tuvo el médico muchos años atrás, hasta que un día quiso hacérselo saber a su esposa.

La construcción contaba con tres pisos y diversas recamarás, con una sala enorme en el primer nivel; en el segundo, habitaciones con hidromasaje, y el tercero tenía equipo de ejercicio. El mayor atractivo para los niños de la comunidad era el mirador, pues desde ahí, asegura el propio Armando, se podía ver todo Xochicuautla. A los infantes les gustaba tocar la puerta del médico para pedir permiso de subir a la cúpula y jugar ahí.

Asimismo, los pequeños se dieron a la tarea de inventar leyendas de que aquel castillo estaba embrujado o cualquier fantasía que a ellos se les ocurriera, ya que la casa era una construcción llamativa en el poblado.

"A todo mundo le llamaba la atención, por la forma que tenía. Incluso hasta le inventaron cuentos, preguntaban si en la casa espantaban. Eran cuentos de niños", precisa el médico.

No sólo fue un lugar donde algunos podían imaginar, también fungió como centro de reuniones entre los vecinos, ya que el constante conflicto en el que han estado a causa de la construcción de la autopista comenzó en el año 2007.

“Me visitaron desde el Congreso Nacional Indígena, los hermanos Yakyes, hasta los hermanos Zapatistas. También me visitaban los vecinos para consulta”, aseguró Armando García.

Como médico general del Instituto de Salud del Estado de México, cargo que ejerce desde hace 20 años, recibía medicamento del centro médico, cuando éste ya no lo quería o necesitaba, el cual Armando distribuía de forma gratuita a los pacientes que acudían a la casa para una consulta.

La caída

Armando recuerda cómo llegaron granaderos a rodear su casa la mañana del 11 de abril, cómo alrededor de 10 vecinos acudieron para auxiliarlo, y cómo los desalojaron uno a uno, entre ellos a la señora Isabel Hernández, a quien una mujer policía la golpeó sin importarle que tenía en brazos a su nieta.

Todo se redujo a escombros, con los muebles y ropa empolvados y rotos por todos lados, entre el cascajo en el que se convirtió 'el castillo' que fue para los niños de la comunidad, el consultorio para los enfermos y el fuerte para los diferentes grupos de habitantes que llegaban para hablar de la defensa de un área natural, del patrimonio de familias y el futuro de muchos.

Antes de que su casa fuera demolida, durante el mes de mayo del año pasado cinco familias habían accedido a abandonar sus hogares y aceptaron la indemnización que la constructora responsable de la autopista les ofreció, unos se fueron del pueblo y otros construyeron cerca; pero Armando nunca accedió, a pesar de que reconocía los riesgos que esto implicaba.

El líder otomí está a la espera de una respuesta y presupuesto por parte del gobierno mexiquense; no obstante, asegura que de seguir así, otras seis familias corren el riesgo de que sean desalojados de sus hogares.

afcl