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Cuando un chilango llega a otra parte del país, aunque quiera pasar inadvertido, su forma de hablar lo delata. Muy rápido, cantadito y con el uso excesivo de la che, lo identifican.
Los mexicanos de otros estados hacen bromas sobre el acento chilango: que si son salidos de la película Nosotros los pobres, que parece que están declamando un poema y que además por hablar rápido juntan palabras y no se entiende.
“Náquever”, dirían los capitalinos, cuando alguien decide mofarse de su acento, y aun más cuando deciden catalogarlos por diferentes tipos.
“Están el fresa, el chido, el buen onda, el cosmopolita, el de barrio, y muchos más”, comentó a EL UNIVERSAL la lingüista María del Pilar Montes de Oca.
Las zonas también son importantes para definir a los chilangos, están los del norte, centro, oriente, poniente y el sur, los dos últimos con mayor poder adquisitivo.
“Ya vas a enseñar el código postal”, “ya sacaste el cobre” y “son unos guarros” son frases que se usan entre chilangos para hacer mofa de la zona de residencia.
Sea catalogado de la forma que fuere, el lenguaje chilango tiene palabras, frases y significados peculiares que “sólo la banda chilanga entiende”.
Un ejemplo de ello es la canción “Chilanga Banda”, del grupo musical Café Tacuba, la cual es muy fácil de cantar por los capitalinos, aunque otros consideran que es un total trabalenguas.
Chale, chamaco, chamba, charco, chavos, chela, chesco, chillar, chisme y chido son algunas de las más de 100 palabras que utilizan en exceso los chilangos y de las cuales hace referencia la canción.
Dentro de este argot, la palabra “chingar” es una de las más utilizadas por los capitalinos, se usa para expresiones totalmente contrarias, con ella puedes ofender a una persona pero también felicitarla; demostrar alegría tras un logro o enojo ante un fracaso; para describir algo o a alguien, así como para enaltecer talentos, según el libro El Chingonario.
Otra palabra que tiene más de un significado para los chilangos es “abrir”, que no sólo refiere a descubrir lo que está cerrado u oculto, sino también a tener miedo, alejarse y sobre actos sexuales.
Sobre el tema de doble sentido los chilangos se pintan solos, son expertos en dar sentido sexual a las palabras y más cuando alguien del interior de la República no entiende de qué se trata. “Ponerle Jorge al niño”, “echar pata” y “rechinar el catre” son frases referentes a encuentros sexuales, e incluso hay otras que hacen referencia a los órganos reproductivos.
Este doble sentido es más conocido en el diccionario de los chilangos como albures, frases como “en esa cola sí me formo”, “esa de rojo...” y “¿qué comen los pajaritos?”, son de cuidado cuando un hombre se las dice a la mujer que pasa por las calles de la capital.
Contrario a ellos están los piropos, que los varones utilizan a través de rimas para enaltecer a la belleza de la mujer: “Si así es el infierno, ¡que me lleve el diablo!”.
Hablar rápido y juntar las palabras en una sola, también es común entre los chilangos y algo que reprochan los residentes del interior de la República.
Una de las frases más utilizadas por los capitalinos, según la lingüista María del Pilar, es “pal’otra”, que quiere decir, que será en otra ocasión.
Entre otras de las más utilizadas están: “ámonos”, para dar una orden de retirada; “íralo”, cuando se acusa a alguien; “mta”, exhalación de inconformidad; “orita”, para hacer esperar a alguien; “tagüeno”, aceptar de manera resignada, y “talloviendo”, que se utiliza como excusa.