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Desde el interior del Reclusorio Norte un grupo de internos presuntamente realizó una extorsión por la que obtuvieron un millón de pesos de sus víctimas.

Agentes de la Fiscalía Antisecuestros (FAS) de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) detectaron que las llamadas intimidatorias que recibió un comerciante, que fue amenazado de muerte, se hicieron desde esa prisión.

El sábado pasado, un grupo de agentes ingresó a ese reclusorio, ubicado en la delegación Gustavo A. Madero, en lo que suponía sería un operativo sorpresa para encontrar los chips y celulares desde donde presuntamente se hicieron las llamadas intimidatorias.

No hubo éxito. Aparentemente mientras los policías de investigación hacían los trámites para ingresar a las celdas, alguien dio aviso de que estaba a punto de ocurrir una revisión. Cuando el grupo de agentes llegó a los dormitorios, donde creían que estaban los internos que hicieron las llamadas, no encontraron ningún celular ni chip.

Los elementos de la FAS revisaron a detalle las estancias 5 y 6, y en particular el dormitorio 7, donde tenían información que estaban los presuntos líderes de la banda de extorsionadores. Sin evidencias para relacionar a alguno de los internos con el caso de extorsión, los agentes se retiraron. El lunes por la noche regresaron, pero corrieron con la misma suerte.

Fuentes de la PGJDF indicaron que el caso por el que los agentes ingresaron al Reclusorio Norte a buscar evidencias, fue una extorsión consumada de un millón de pesos. La víctima, un comerciante, recibió amenazas telefónicas de un hombre que le exigía esa suma a cambio de no causarle daño a él o a sus familiares.

Ante la información que el delincuente le dio al comerciante sobre sus actividades y propiedades, la víctima accedió a entregar el dinero, que fue cobrado desde afuera de la carcel, por cómplices de los internos.

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