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david.fuentes@eluniversal.com.mx
Durante este año, cinco agentes de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) y siete de la Secretaría de Seguridad Pública (SSPDF) han sido dados de baja tras comprobarse su participación en actos delictivos como robo, extorsión y abuso de autoridad; de esta cifra, tres de la procuraduría perdieron la vida en enfrentamientos a tiros al ser sorprendidos cometiendo el crimen, mientras que de la SSPDF, dos han corrido con la misma suerte, según reportes de ambas corporaciones.
Este problema —en el que los encargados de brindar seguridad “cambian de bando” y delinquen—, a decir de especialistas, se debe a la falta de supervisión de los encargados de las corporaciones policiacas y al bajo salario que perciben, lo que convierte a los policías en un blanco vulnerable y fácil de corromper.
El pasado lunes, dos agentes de la procuraduría capitalina intentaron robar a un cliente de una sucursal bancaria, pero al ser sorprendidos se enfrentaron a balazos; el saldo: un agente muerto y otro detenido. Ambos —para cometer el robo— usaron sus armas de cargo e incluso, patrullas de la dependencia.
La procuraduría capitalina dio a conocer que se abrió una investigación sobre el incidente y por lo menos otros cuatro robos similares ha habido en la zona, donde aparentemente estos agentes de investigación, junto con otros cómplices, encabezan una célula dedicada al robo de joyerías y cuentahabientes.
Para esto, se analizan cámaras de vigilancia de los alrededores de plazas comerciales de la zona de Cuajimalpa y Miguel Hidalgo, zona en la que aparentemente operaban. Personal cercano a la investigación reveló que incluso en algunos casos, los policías de investigación usaban las patrullas a su cargo para esconder a quienes mandaban a cometer los robos.
El expediente sobre estos agentes está en el departamento de Asuntos Internos, así como en el de Honor y Justicia de la PGJDF, donde también se investiga el actuar de por lo menos cuatro coordinadores de área, que con frecuencia daban permisos o no sancionaban a los oficiales que se ausentaban en horas de trabajo.
“La situación al interior de la procuraduría capitalina es complicada y se debe limpiar desde la cabeza, en ese tipo de estructuras es imposible no saber qué hacen los elementos, ahí hay una clara omisión o responsabilidad de los jefes y te hablo desde el coordinador, hasta el jefe de la Policía de Investigación.
“Se han hecho intentos importantes, los han querido profesionalizar para terminar, pero los encargados de la procuraduría los solapan con el argumento de que son efectivos y entregan resultados”, explicó Héctor Gutiérrez Hinojos, especialista en temas de seguridad con actividad constante en el Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe).
Detalló que en un focus group de 2013 al interior de la corporación salieron a relucir varias irregularidades que denunciaron los propios agentes. Señaló que en algunos casos, por ejemplo, los policías de investigación del departamento de robo de autos exigen propinas a las víctimas para recuperarles sus vehículos prácticamente de manera inmediata.
Agrega que en casos como los de secuestro, los agentes de la procuraduría hacen la negociación e incluso se llevan una tajada de lo que la familia de la víctima paga por el rescate; sin embargo, ante la reducción de la cifra en los delitos del fuero común, los encargados de la dependencia hacen caso omiso a las quejas, entre otras irregularidades.