“El estado de las calles de la ciudad de México son un riesgo para todos, no sólo para las personas con discapacidad”, afirma Silvia Lozada, quien es ciega y dirige una escuela de perros guía.
Sostiene que la ciudad no es incluyente, pues banquetas, hoyos, coladeras destapadas, bordes, postes, bolardos, enseres y negocios en vía pública representan riesgos, principalmente para los ciegos, pues toparse con alguno de ellos puede representar una caída y hasta lesiones mayores.
“En la calle te patinas, te doblas los tobillos y chocas con obstáculos, pasa a diario. Las banquetas están en mal estado, eso debería ser un trabajo prioritario para las autoridades del DF, no es posible que no podamos transitar porque las banquetas están chuecas”, dice.
Otra dificultad que padecen es acceder al transporte cuando hacen uso de perros guía, pues microbuses, taxis y hasta transporte privado de pasajeros les niegan el servicio bajo el pretexto de que “la unidad se ensucia”.
Los ciegos y débiles visuales, particularmente los que hacen uso de perros guía, tienen problema hasta para acceder al servicio de taxis y autos por aplicación, quienes les impiden subir al vehículo.
Las razones más comunes para negarles el servicio es que los perros pueden ensuciar el auto o dañar las vestiduras.
En el Distrito Federal existe el programa de Taxi Preferente, para mejorar la calidad de los más de cuatro mil traslados diarios de personas con discapacidad, según un estudio del Instituto Politécnico Nacional; sin embargo, los propios usuarios lo ven como una iniciativa buena pero insuficiente, pues la flota no alcanza para prestar un servicio integral.
Igualmente, señalan que en la línea telefónica donde se solicita el servicio a veces no responden y que muchos de los taxis preferentes, que cuentan con una parte trasera amplia, prefieren prestar servicio en centros de abasto, pues de lo contrario tampoco tendrían trabajo.