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Edgar Elías Azar, presidente del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal (TSJDF) desde 2008, se ha hecho experto en los detalles que rodean a los “muertos sin nombre”.
Las respuestas sobre el tema le salen con sobrada naturalidad, pero cuando se le pregunta por el tema de la niña de dos años que fue hallada sin vida, dentro de una maleta deportiva azul, en la colonia Juárez, su rostro se tensa y no puede evitar alzar el tono de su voz.
“La tenemos en el Instituto de Ciencias Forenses (Incifo) resguardada y no la voy a mandar a la fosa común”, aseguró en entrevista con EL UNIVERSAL. El magistrado dice que tiene la esperanza de encontrar a algún familiar o una pista sobre qué le ocurrió a la pequeña y quién es.
En la sala de juntas del TSJDF, con una vista panorámica al famoso Hemiciclo a Juárez, Elías Azar confesó su hipótesis sobre el caso. De acuerdo con su experiencia, cree que la madre de la menor tuvo el mismo destino.
“Yo creo que la mamá ya falleció y que seguramente fue objeto del mismo triste y dolorosísimo final como el de la niña. Seguramente mataron a madre e hija en condiciones absolutamente implaticables, con una saña brutal”, dice en tono enfadado.
A pesar de que el caso ha sido olvidado por la mayoría de los medios de comunicación y por los ciudadanos, el magistrado reveló que las autoridades siguen trabajando en determinar la identidad de la menor.
Otro detalle importante es que sus rasgos distan un poco del común nacional, “es una niña con un fenotipo extranjero, sé que la Procuraduría ha estado buscando sus orígenes fuera del país, en Estados Unidos, Canadá y Europa. No conozco el estado de la investigación, pero yo tengo la esperanza de que pronto habrá una respuesta”, dice Elías Azar.
En los últimos cinco meses no se ha recibido ni una sola llamada que dé una pista sobre el caso, por lo que el presidente del TSJDF confía en que en otro país se encuentre a los familiares de la pequeña y que también se determine quiénes fueron los responsables del asesinato.
“Se me hace muy extraño que a una niña de dos años nadie la reclame, es absurdo e ilógico. En alguna parte del mundo la deben estar buscando, por eso no la voy a enviar a la fosa común. Aquí se va a quedar hasta que la Procuraduría encuentre a sus familiares y al responsable de su muerte”, sentenció el magistrado.
El Tribunal Superior de Justicia del DF esperará a que la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) concluya con las indagatorias y después de eso determinará el destino final de esta pequeña que se convirtió en uno de los “no identificados” que entraron al Incifo en marzo de este año.
El destino de los cuerpos
El magistrado Elías Azar explicó que el Tribunal es el responsable del Incifo, mismo que recibe los cuerpos levantados por la Dirección de Servicios Periciales de la Procuraduría capitalina y hacen los estudios necesarios para determinar la causa de la muerte de una persona.
“Después de que el Ministerio Público hace todas las actas, nos mandan a nosotros los cuerpos. Aquí se realizan la biopsia y necropsia, la identificación y la causa de la muerte”, explicó Elías Azar.
El Instituto tiene capacidad para resguardar hasta 400 cadáveres completos. “Es un macrocongelador y hay espacio suficiente. Nunca hemos tenido necesidad de llenarlo, salvo en el tema de San Fernando, Tamaulipas”, dice. Ahí tardaron aproximadamente año y medio en identificar a los más de 140 migrantes encontrados en una narcofosa.
Posterior a los análisis del cuerpo, la PGJDF entrega los cuerpos a los familiares. Sin embargo, se calcula que 25% se quedan como “no identificados”. Entonces el Tribunal es el encargado de marcar el siguiente paso: la fosa común o una estancia de casi un año en una escuela de medicina de la ciudad de México.
En los últimos cinco años, el Incifo ha reportado que en sus gavetas quedaron dos mil 105 cadáveres “sin nombre”. Seis de cada 10 fueron encontrados en cuatro delegaciones de la ciudad: Cuauhtémoc, Venustiano Carranza, Gustavo A. Madero e Iztapalapa. Un total de mil 277 cuerpos que se quedaron sin identidad.
Los cadáveres que se van a la fosa siempre son identificados conforme al protocolo de la Cruz Roja Internacional. Incluso, el magistrado asegura que son una de las dos entidades federativas que hacen este procedimiento cumpliendo con el protocolo. Éste consiste en la identificación del ADN, la reconstrucción de rostro, fotografía, huellas dactilares, identificación dental y la colocación de los cuerpos en bolsas especiales.
Edgar Elías Azar es firme en su convicción de que todas las personas tienen que ser reconocidas y en ocasiones prefiere esperar un poco más de tiempo, que sumar otro a la lista de los “NN” (siglas que significan sin nombre en inglés). “Los tenemos hasta siete semanas, cuando ya estamos seguros que nadie los reclamó se envían a los distintos destinos, pero con el entendido que si llega alguien a reclamarlo, se entregue inmediatamente, esto quiere decir que no es un cadáver perdido”, concluyó.