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Con depresión, ansiedad, altos niveles de estrés, ataques de ira y violencia es como desempeñan su trabajo y viven los más de 2 mil agentes de la Policía de Investigación pertenecientes a la Procuraduría capitalina, por lo que son atendidos por especialistas en el Instituto de Formación Policial (IFP), donde aprenden a canalizar el estrés, ya que esto se refleja en un bajo desempeño laboral y en un alto nivel de problemas intrafamiliares.
En este recinto se diseñó hace tres años un espacio donde únicamente se atienden a los agentes que de manera voluntaria, u obligado por sus mandos superiores, requieren de atención psicológica, los cinco consultorios con los que cuentan dan 50 citas semanales a quienes dan indicios de ya no controlar la presión con la que viven y empiezan a mostrar insubordinación con sus jefes inmediatos, agresividad con sus parejas sentimentales o falta de comunicación con sus hijos.
Algunos de los agentes, según la especialista Elizabeth Hernández Velasco, coordinadora del Centro de Atención Psicológica de la Policía de Investigación (CAPPI), acuden también para atender los traumas que les dejan los enfrentamientos a tiros en los que participan en su combaten a la delincuencia, cuando en cumplimiento de su deber asesinan a alguien o para tratar el duelo al ver a uno compañero caído.
Según el problema, el agente es tratado por dos años hasta que según los exámenes que se aplican haya superado el trauma, sin embargo, la especialista deja en claro que esto no es parámetro para determinar si alguien es apto para seguir en funciones o darle de baja, pero asegura que tampoco representan un riesgo para la sociedad o para aquellos que conviven con ellos.
“Se valoran, se canaliza y de inmediato empieza la terapia. No todos los casos son similares, algunos tienen otros métodos de canalización como el ejercicio o la práctica de algún deporte, otros más sensibles pues externan su mal estar con actitudes de rebeldía con sus superiores, con agresiones, no físicas pero psicológicas con su pareja sentimental y es donde nosotros encontramos los focos rojos”, detalla la psicóloga Elizabeth Hernández.
Según los estudios aplicados en el IFP, hasta 70% de los agentes muestran algún desequilibrio psicológico que se manifiesta en problemas familiares, divorcios, bajo rendimiento laboral, ataques de ira o falta de comunicación entre sus hijos adolescentes, por lo que la desintegración familiar esta a la orden del día, todos los oficiales se han separado al menos una vez o han tenido hasta tres parejas sentimentales.
La constante también son la falta de comunicación con los hijos, sobre todo cuando llegan a la etapa de la adolescencia, “aquí sólo atendemos a los agentes y no a las familias, pero ese es un proyecto que se esta planteando a futuro”.