A diferencia de otras ciudades que han conservado y ampliado sus redes ferroviarias, en la capital casi ha desaparecido todo rastro de lo que alguna vez fuera un símbolo del progreso de nuestra nación: el ferrocarril
Resulta casi imposible imaginar toda la infraestructura que existió alrededor de esta industria, al igual que las miles de personas que formaban parte de ella. Cada estación capitalina representaba parte de esa historia que nació en 1837 con la concesión otorgada a Don Francisco de Arrillaga para la construcción de un ferrocarril de México a Veracruz.
Los invitamos a realizar un breve recorrido gráfico por algunas de las estaciones de antaño, de un pasado no tan lejano.