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Son las nueve de la noche y las inmediaciones del Metro Hidalgo comienzan a desalojarse, sólo pequeños grupos y parejas caminan en el lugar, los establecimientos ya cerraron y la policía hace pequeños rondines en la zona, para evitar delincuencia y faltas a la moral.

Fer llega en punto de las 20:30 horas, dice que a esa hora inicia la búsqueda de sus clientes en los últimos vagones del Metro y de ahí se sigue hasta las once de la noche.

“Vivo en la Guerrero, pero tomo el Metro para buscar ‘presas’ en los últimos vagones de la Línea 3. Ahí hay mucha gente y el ligue está bueno, hay de todo tipo de hombres, pero los que sí pagan son los viejillos”, comenta mientras sale de la estación.

Vestido con un pantalón de mezclilla, una playera blanca con la cara de Lady Gaga y una mariconera que nunca dejó de abrazar, observa la zona, tratando de identificar con quién podría terminar la noche o si va a seguir su camino al bar La Rayuela, donde siempre encuentra clientes

“Esto es cuestión de un rato, llego me doy unas vueltas por la Alameda y veo a las ‘presas’, a veces desde ahí comienzo o me voy a La Rayuela a conseguir”, dice.

Hace dos años llegó a la capital. Es originario de Veracruz y menciona que acudió al Metro Hidalgo luego de que algunos compañeros de trabajo en una obra de construcción le comentaron que podía tener encuentros sexuales con cualquier persona.

“Empecé a venir aquí por conseguir con quien desfogarme, pero en cada encuentro me regalaban una propina, a veces 100 o 300 pesos, así que pensé en hacer negocio y dejar de ser ayudante de albañil”, relató.

Todos los días es la misma rutina, en cuestión de minutos se negocian los servicios sexuales, que van de 200 a 500 pesos y se decide en dónde realizarlos, algunas veces en el mismo parque y otras en hoteles aledaños.

“Les haces la plática, primero a los más guapos, a esos les cobras poco, pero a los señores se las dejas caer”, comenta.

En poco tiempo los sexoservidores encuentran a sus clientes, se acercan a la gente, luego identifican quién podría necesitar los servicios, “normalmente se te quedan viendo y a veces se acercan a ti”.

Los encuentros también son en diversos bares de la zona, a la medianoche, comienzan a llenarse con parejas que sólo buscan un encuentro amoroso, entre ellos La Rayuela.

Termino de dar rondines en la plaza como a las 11 y si me llevan al hotel, pues hasta a las 12 me muevo a la Rayuela, ahí tomo algunas copas y me reúno con los chavos y cada quien para su casa”.

Cerca de la una de la mañana, los jóvenes de entre 18 y 30 años se juntan en las bancas de la calle Doctor Mora y platican cómo les fue en el día, después de risas y felicitaciones, todos se esparcen entre la obscuridad.

Fer revisa que en su bolsa ya había dos mil 200 pesos, por tener cinco clientes, así que decide tomar un taxi que lo lleve a su casa y descansar durante todo el día hasta que comienza otra jornada.

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