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Con casi tres horas de anticipación y como si tratara de esconder algo, el jefe delegacional en Tláhuac, Rigoberto Salgado, entró a la Asamblea Legislativa por la puerta trasera, para comparecer ante la Comisión de Gobierno, hecho que terminó con un fuerte jaloneo entre perredistas y morenistas.

Lo hizo con sus fieles escuderos, los mismos que lo acompañan a cada reunión desde que se destapó su presunto nexo con líderes del narcotráfico.

Eso sí, pidió que el líder de la bancada de Morena, César Cravioto, difundiera a través de un mensaje e incluso en redes sociales que Salgado había llegado al órgano legislativo local para echar abajo el rumor de que no acudiría a la cita.

Sin generar mayor bullicio, pues sólo se encontraba en el lugar el personal de resguardo, Salgado se ubicó en una oficina del piso dos, la misma en la que estuvo su compañera de Tlalpan, Claudia Sheinbaum, hace unos meses cuando también compareció.

Ahí se refugió mientras por momentos le hacían compañía sus compañeros de partido, José Alfonso Suárez del Real y César Cravioto.

Contrario a lo que se esperaba, ayer no hubo manifestaciones ni a favor ni en contra, por lo que la presencia de la fuerza pública fue innecesaria.

Con tan sólo 13 minutos de atraso, tiempo histórico si se compara con la realización de otras comparecencias, el delegado descendió por las escaleras, atrás dejó su sombrero tipo tejana para reflejar una imagen más formal.

Pero el encanto duró poco, y como si se augurara un proceso oscuro para el delegado en Tláhuac, las palabras “le deseo suerte porque la va a necesitar” de su compañero Félix de la Cruz, quedaron enmarcadas en la comparecencia.

Además por un ambiente tenso entre bancadas y el vaivén de tarjetas que le sirvieron de acordeón, porque los nervios, aunque nunca los hizo evidentes, también traicionan. Con el paso de dos horas, estas tarjetas estaban hechas un desastre. Salgado sólo las veía por inercia, porque de las preguntas de los asambleístas muy pocas respondió.

Escasas fueron las veces en que Rigoberto vio fijamente a los ojos de sus inquisidores. Respondió a medias cada cuestionamiento, lo que detonó la molestia de la oposición, que se lo hizo saber en la segunda ronda.

Ningún asambleísta desaprovechó la oportunidad para descalificarlo y poner en duda su capacidad para gobernar Tláhuac. Era el momento de hablar y dejar consigna de que ninguna otra fuerza política está coludida con grupos criminales. Sólo Morena, en este caso con el jefe delegacional.

Rigoberto se mantuvo firme en sus contestaciones, asegurando que es inocente de la presunta injerencia con el crimen. Es más, dijo que no tenía miedo de este tipo de delincuentes.

Por intentar limpiar su nombre, hasta fue presa de la burla del diputado Fernando Zárate, quien le hizo saber que la comparecencia “no se trataba de Rigoberto Salgado o de Rigo es amor” sino de saber si cumple o no con la ley.

Fue ahí cuando empezó a circular en las redes sociales un meme del cantante Rigo Tovar con la leyenda “Rigo es amor, a la inseguridad”.

Tras dos horas de reunión, cuando los ánimos subieron de tono, arrancó la guerra de carpetas de prueba y la presencia de pancartas. Sucedió lo de todas las comparecencias: la rendición de cuentas se convirtió en un show.

Los del PRD y Morena medían fuerzas, como si se tratara de una contienda electoral. Lo resaltable es que los simpatizantes del delegado invirtieron más porque exhibieron impresiones a color en contra del Jefe de gobierno.

La diputa Citlali Hernández salió en defensa de Rigoberto y exigió que el secretario de Seguridad Pública, Hiram Almeida, también comparezca ante la Asamblea Legislativa.

Y aunque se decía que en las inmediaciones de Donceles y Allende aguardaban 30 camiones con 800 pasajeros en espera de la llamada de Rigoberto para generar un clima de inestabilidad, no pasó nada. Sólo unos cuantos empujones a la partida del morenista.

Esta vez salió por la puerta principal, arropado por un grupo de asesoras. Los cerca de 50 policías que custodiaban la zona simplemente sirvieron para impedir el paso a la circulación, ya que Salgado tuvo que caminar hasta Donceles, justo después del Teatro de la Ciudad, por la presencia de medios que buscaban otra declaración del delegado.

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