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Un “¡Ya basta de que intenten marihuanearnos una vez más con un Programa General de Desarrollo Urbano (PGDU) insultante que trastoca el entorno de la ciudad”, fue suficiente para desencadenar una serie de vituperios, consignas y descalificaciones entre vecinos y autoridades del gobierno capitalino.

Poco faltó para llegar a los golpes durante el arranque de las primeras audiencias públicas rumbo a la dictaminación del PGDU.

Una falla técnica en la transmisión de un video que ni siquiera se escuchó empezó a calentar los ánimos de casi 200 vecinos provenientes de algunas delegaciones, en su mayoría de Álvaro Obregón, Cuauhtémoc y Magdalena Contreras, quienes se dieron cita en el salón Benito Juárez de la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México.

“¡Este video, como el Programa General de Desarrollo Urbano, ni se oye ni se ve!”, gritaron los inconformes al lanzar la consigna de que no permitirán la aprobación de ese programa si antes no se realiza una consulta ciudadana.

El desorden continuó justo cuando la presidenta de la Comisión de Desarrollo e Infraestructura Urbana, Margarita Martínez Fisher, presentó y agradeció la asistencia de la secretaria de Medio Ambiente, Tanya Müller. Ahí todo se salió de control y empezaron a retumbar abucheos y rechiflas.

Müller sólo sonrío y de inmediato se acercó al oído del titular de la Seduvi, Felipe de Jesús Gutiérrez, para hacerle un comentario. La funcionaria aguantó tan sólo unos minutos el inicio de estas audiencias públicas, porque de inmediato se marchó.

El titular de la Seduvi, quien por un momento había pensado que había librado las burlas porque durante su presentación nadie gritó, se equivocó. Bastaron casi 40 minutos después para que una vecina de la delegación Magdalena Contreras le dijera, cara a cara, que él, así como las demás autoridades de la capital, no son más que “empleados” de los habitantes de la ciudad.

Martínez Fisher intentaba calmar los ánimos. Su compañera del PRI, Dunia Ludlow, se levantaba una y otra vez de su silla para hacerle comentarios.

El problema es que después de que el líder de la bancada de Morena, César Cravioto, tomara el micrófono para recalcar que este partido no está de acuerdo con el PGDU, el evento simple y llanamente se politizó.

“¡Duro, duro, duro!, ¡Sí a la consulta y no a imposiciones!”, gritaba la gente envalentonada, y anticipaba que si se insiste en aprobar el proyecto de dictamen que envió el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, recurrirán al amparo tras argumentar que en este documento se violenta la Ley de Salvaguarda, la de Asentamientos Humanos, y se agreden los derechos de los pueblos y barrios originarios al proponer la desaparición de algunos.

Para apaciguar los ánimos, el líder perredista, Raúl Flores, salió al quite. Pidió mantener un ambiente democrático: “No entiendo una democracia así; lo primero que uno tiene es respeto”.

Hasta ahí todo marchaba bien, pero cuando destacó la labor del Conduse y salió en defensa de Müller, de inmediato vino el abucheo de “¡vendidos!”

Flores se molestó, y sin más dijo que querer evidenciar a la gente le parecía una posición “fascista”.

Hoy y el viernes seguirán las audiencias públicas, aunque antes la panista Margarita Martínez pidió evitar “vernos como enemigos”, ya que el principal adversario es la corrupción.

“El enemigo es quien pretende lucrar individualmente a costa de los otros, el que pretende dividir buscando un protagonismo político”, recalcó.

Más tarde, el presidente de la Comisión de Gobierno, Leonel Luna, llamó a todas las fuerzas políticas a trabajar para sacar adelante el PGDU.

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