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Los más de 800 cartuchos que tenían preparados para utilizarse de nada les sirvieron.
Apenas y alcanzaron a usar los que sus 12 armas cortas y largas tenían abastecidos en el cargador, pero ni así lograron escapar de los elementos de la Secretaría de Marina que finalmente los abatieron.
En la casa de la colonia La Conchita, en la delegación Tláhuac, donde el jueves pasado murió Felipe de Jesús Pérez Luna, alias El Ojos, y siete de sus cómplices, los peritos de la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México contabilizaron 110 casquillos.
Había calibres .9 milímetros, .380 y de arma larga .223. También quedaron marcadas decenas de impactos en las paredes, puertas y vidrios.
Sobre la banqueta quedaron rastros de sangre, que aparentemente fue de los escoltas que estaban en el exterior del inmueble y al ver a los elementos de la Secretaría de Marina corrieron hacia el interior para dar aviso.
Según la reconstrucción realizada con base en los peritajes y los testimonios del personal naval y vecinos, el enfrentamiento duró apenas unos minutos, aproximadamente cinco.
Los estudios forenses revelan que los cuerpos de los ocho delincuentes recibieron en total 79 balazos.
Quien más disparos recibió fue 13 y el que menos, cinco. En el cuerpo de El Ojos, quien quedó en el asiento del copiloto de una camioneta, se contabilizaron 12 heridas producidas por arma de fuego.
En la camioneta había 14 perforaciones de bala.
Desde ese punto en el que estaba, él también realizó varios disparos.
En la vivienda se encontraron en total 12 armas de distintos calibres, más varias cajas con 800 cartuchos listos para usarse.
También varios paquetes con droga que fueron trasladados a las instalaciones del Ministerio Público federal.
En un cuarto habilitado como oficina, en el que había una pared con la pintura de una mujer representando la justicia, se hallaron algunos documentos y dinero en efectivo.
Ahora se sabe que el jueves de la semana pasada, el convoy de los marinos inició el operativo en la calle Simón Álvarez, a las 11:38 de la mañana, cuando las camionetas de la Semar cerraron la calle. A esa hora las cámaras del C4 captaron los vehículos deteniendo la circulación.
Unos minutos después la incursión concluyó con la muerte de El Ojos y desató una serie de disturbios en las calles provocados por los mototaxistas que trabajaban para él.