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metropoli@eluniversal.com.mx
Los autobuses de doble piso previstos en el proyecto de la Línea 7 del Metrobús están equipados con la última tecnología ambiental y con motor adaptable para operar de manera eficiente a la altitud en la que se encuentra la Ciudad de México, sostiene Arno Kerkhof, experto de la Unión Internacional del Transporte Público (UITP).
No obstante, continúa, si lo que se pretende es hacer una transición verdadera hacia un transporte público de vanguardia e innovador, la apuesta debería ser por autobuses eléctricos y no por unidades que utilicen combustibles fósiles como medio de propulsión.
El lunes, el juez octavo de Distrito en Materia Administrativa ordenó suspender definitivamente la construcción de la línea que transitaría sobre carriles laterales del Paseo de la Reforma.
Si bien el contencioso se ha centrado sobre los posibles daños que pueda ocasionar la obra en zonas tangenciales a los monumentos históricos, durante los alegatos también se ha cuestionado la tecnología ambiental de los autobuses, así como su capacidad de adaptación tanto a la altitud como el paisaje urbano de la metrópoli.
El jefe de la Unidad de Autobuses de la organización internacional con sede en Bruselas afirma que los vehículos solicitados para la Línea 7, modelo Enviro 500, cumplen con la norma Euro VI, la cual puede considerarse “de última generación” en términos de emisión de gases contaminantes.
Si bien, el vehículo opera de manera más eficiente a nivel del mar que a una altura superior a los 2 mil metros, su motor puede ser ajustado para rodar de manera óptima a una altitud más elevada.
“Lo más aconsejable es que desde el catálogo se haga la corrección necesaria en el motor para que tenga un funcionamiento óptimo”, aseguró el experto.
Ventajas y desventajas. Al comparar los vehículos de doble piso con otros autobuses urbanos, Kerkhof aseguró que no hay diferencias sustanciales en cuanto a gasto de combustible, ruido y emisiones contaminantes cuando ambos cumplen la norma Euro VI.
En donde sí las hay es en el aspecto visual y el número de pasajeros que pueden viajar sentados.
En las unidades de doble piso se privilegia al pasajero sentado, de los 129 pasajeros 84 viajan sentados, mientras que en los autobuses estándar y articulados son flexibles en cuanto a su capacidad; dependiendo del número de asientos pueden transportar entre 100 y 120 pasajeros, y entre 160 y 240 respectivamente.
Para Kerkhof la elección entre un autobús y otro (que cumpla con la norma Euro VI) es especialmente cultural y política, más que de calidad, técnica o desde un punto de vista de eficiencia de movilidad.
“La elección debe tomarse con visión a largo plazo y tomando en consideración el contexto político. Sólo con una política duradera podrá reconvertirse la flota existente y transformar el paisaje urbano [que se pretende con la introducción de los modelos doble piso]”.
Advierte que de no tener una visión de futuro, en lugar de resultar en una flota moderna y fresca, terminarán creándose paisajes urbanos caóticos, en donde vehículos innovadores conviven con unidades obsoletas.
“Hay que pensar en el sistema de transporte en su conjunto”, insiste.
“Dar el paso hacia los autobuses de doble piso es uno muy importante, y sólo tiene sentido si se hace pensando a largo plazo, lo cual es difícil en el rubro del transporte público, porque no sabemos qué ocurrirá dentro de cinco años; nuevo alcalde, nuevos legisladores, otro contexto político”.
Kerkhof afirma que la tendencia es hacia la electrificación de los autobuses y el desarrollo de soluciones inteligentes de automatización y accionamiento.
“El futuro es eléctrico”. Este proceso toma fuerza en Europa, Estados Unidos y en países como China y Marruecos, concretamente Marrakech.
Por ejemplo, la ciudad china de Shenzhen, de más de 11 millones de habitantes, está en proceso de electrificar toda su flota. De los 6 mil autobuses de Bus Group Shenzhen, se han reconvertido 4 mil 500.
“Para las zonas urbanas definitivamente los autobuses eléctricos son el futuro. El cambio ya lo estamos viendo en el portafolio y en las inversiones de los productores de vehículos con motor diésel.
“La Ciudad de México padece un candado histórico causado por políticas de movilidad fuertemente orientadas hacia el uso del coche privado (…) Si bien el objetivo primario de los autobuses es transportar pasajeros, los autobuses eléctricos no sólo podrían contribuir significativamente a la sustitución de varios automóviles, generaría grandes beneficios en términos ambientales y de movilidad”.
De acuerdo con el grupo Irizar, especializado en innovación en autobuses, la circulación de vehículos de combustión es responsable de 40% de las emisiones de CO2 y de 70% del resto de contaminantes.
Estima que por cada autobús eléctrico en activo se reducen las emisiones de CO2 en 318 mil 28 toneladas, hay un ahorro de 33 mil litros de combustible, al tiempo que disminuye la contaminación acústica.