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Apunta de latigazos, los habitantes de la delegación Cuajimalpa borran sus pecados durante el Sábado de Gloria.
Las pantorrillas de decenas de personas terminan hinchadas y con grandes cortadas por los chicotazos de los “Judas” vivientes, quienes recorren el atrio de la iglesia de San Pedro Apóstol y diversas calles del centro de la delegación.
“La gente recibe los latigazos para que sus pecados sean perdonados”, explica Francisco Romero, de 55 años, padre de Hugo, uno de los cuatro verdugos de este año.
Estos personajes son elegidos por el Grupo Parroquial de Cuajimalpa y se cambian cada dos años.
La tradición, que lleva 104 años a la par del Viacrucis, según vecinos, inicia desde las 7:00 horas cuando los Judas salen de la parroquia y recorren las calles donde flagelan a quienes lo piden, también recolectan dulces, juguetes y otros objetos de la romería que se instala sobre avenida Juárez para regalarlos más tarde, cuando se simula su cuelga desde una torre del templo.
“Es el máximo papel que quiere representar un hombre en la Semana Santa”, añade Francisco, pues también se encargan de poner orden y abrir paso a la procesión del Viacrucis gracias al temor que inspiran con los látigos de cuero que tejen los mismos habitantes.
Los personajes, vestidos de rojo, con máscaras y otros con pelucas hechas con trenzas de zacate hasta el piso van y vienen con sus “fechorías” entre diversas casas y el atrio. Son dos adultos y dos jóvenes, acompañados de amigos y familiares.
Entre las personas que aceptaron “expiar” sus pecados está Gustavo Mendoza, de 22 años, quien viene desde hace varios años desde Huixquilucan, Estado de México, con su esposa, hijos y primos.
“Lo hago por gusto”, dice el joven al referir por qué aceptó los latigazos que le cortaron la pantorrilla y le dejaron un moretón.
“No pasa nada, ya mañana estaré bien”, dice, sin embargo, hay personas que son auxiliadas para levantarse después de los azotes.
Mientras más visitantes se congregan en la explanada de la iglesia, llegan cientos de personas con cubetas de agua que colectaron muy temprano de un ojo de agua en la colonia Zentlápatl, además de 350 pacas de manzanilla que cosecharon un día antes de chinampas de Xochimilco.
Todo se bendice y se reparte el Domingo de Pascua entre la gente como símbolos para purificarse y ser bendecidos.
“Yo creo que esto va levantando, son más personas las que se involucran cada año, también niños, lo que buscamos es que continúe la tradición”, dice Juan Manuel Sánchez, de la Mesa Directiva del grupo de aguadores y manzanilla, quien estima que esta colecta se hace desde hace 185 años.
A las 15:30 horas miles se congregan en el atrio. Consumen nieve, chicharrones, refrescos que ahí se venden o cerveza enlatada que han traído de otros sitios.
Los Judas reaparecen para el momento cumbre. Como desde hace 50 años, se queman los tradicionales judas monumentales, unos diablos de papel maché con cohetes.
Después para evocar a Judas Iscariote, quien se cuelga para suicidarse, los Judas vivientes también son colgados, pero a manera de columpio.
Así como latigaron a la gente durante la mañana, son azotados por los soldados romanos que participaron en el Viacrucis.
“¡Aaaauuuu!”, exclaman los espectadores cada que truena los chicotes en las piernas y el trasero de los Judas, quienes no logran esquivar los golpes, con los que los habitantes de Cuajimalpa representan que el mal fue vencido durante el Sábado en que, según los pasajes bíblicos Jesús, ascendió a la Gloria.