E l Juárez blanco valuado en 3 mil pesos es uno de los orgullos más preciados que posee el coleccionista de boletos del Metro más veterano, Jesús Borjas Reyes. Ese trozo de cartón de 5x3 centímetros fue el primero al que se le puso fecha (1972) por la conmemoración del centenario de la muerte de Benito Juárez, por eso su cotización.
Don Jesús asegura a este diario, que “quienes tenemos más tiempo en coleccionar nos causa más furor un boleto antiguo que uno nuevo”. Él lleva toda la historia del Metro guardándolos, es decir, casi 48 años, prácticamente la mitad de su vida.
Con más de cuatro décadas de servicio en el Metro, narra cómo le tocó desde conseguir un doctor para ayudar a parir a una mujer que abordaba el vagón en pleno terremoto del 85 hasta los cambios que ha sufrido el transporte en cuanto a precio, uniformes de los choferes y taquilleras, hasta el diseño en los pases de abordar.
“A las taquilleras antes les llamaban las zanahorias, estaban vestidas de color anaranjado”, comenta mientras prueba la limonada que pidió en la cafetería del Centro de la Ciudad de México, en la que en ocasiones se reúne con otros coleccionistas.
Ex trabajador del STC, el señor Borjas cuenta que su pasión por el transporte y el boletaje creció junto con su vida laboral, daba mantenimiento a los torniquetes.
Con más de 300 boletos en su poder, Jesús Borjas asegura que al Museo del Metro le faltan 30 por exponer y los cuales, afirma, posee. “Pongo a disposición mi colección para que se exponga o intercambiar algunos boletos. Espero contactar pronto a los administradores del museo”, agregó. Personal del inmueble consultado por este diario confirmó lo anterior al reconocer que les falta 20% del total de la colección.
Esta afición no sólo ha dado satisfacciones a este poblano, sino que le ha causado problemas con su familia. “Mi esposa me dice que ya no lleve basura a la casa, es que también guardo los volantes que traen el mapa del Metro. Mi hijo, que es conductor de este transporte, me apoya en mi gusto. Siempre supe que existía un grupo de coleccionistas y en cuanto me jubilé, he asistido a las reuniones”, cuenta.
Sobre la latente desaparición de los boletos, ante la implementación de las tarjetas electrónicas, Borjas asegura que llegó a decir “no me voy a jubilar hasta que el boleto desaparezca, y espere uno, dos, tres, 15 años y el boleto no desaparece”. Hoy el coleccionista tiene un campo vasto, el Metro saca hasta seis conmemorativos al mes.
Otra curiosidad que comparte el señor Borjas Reyes es que la tapa que actualmente vemos en los torniquetes data de la década de los 80, cuando se implementó el llamado boleto “abono”, pues por ahí salían los cartones que en ese momento de crisis económica fueron de reúso.