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fanny.ruiz@eluniversal.com.mx
A unas cuadras del centro de Santiago Tulyehualco, en Xochimilco, se localiza una construcción de dos niveles que fue habilitada como taller de amaranto. Allí, diariamente cuatro personas elaboran y empacan entre 3 mil y 4 mil dulces.
La especialidad son las tradicionales barras de amaranto, pero en ese sitio también hacen bombones cubiertos de chocolate con amaranto, obleas de sabores con orilla de chocolate y amaranto, dulces energéticos y antioxidantes.
El proceso de elaboración es a mano, utilizando moldes de metal, plástico, madera y utensilios de cocina como cucharas, cazuelas y palas; también usan anafres calentados por mecheros.
Desde hace ocho años, Manuel hace barras de amaranto. En promedio, tarda 20 minutos en crear 165 barras de amaranto cubierto con chocolate.
Tras derretir unos 3 kilos de chispas de chocolate a baño maría, Manuel deposita mil 300 gramos de amaranto en una cazuela, agrega unas cucharadas de café y mezcla todo durante unos segundos.
Cuando el amaranto está listo lo deposita en un molde, hecho de metal, colocado sobre una madera de aproximadamente 80 por 60 centímetros.
Por día hace entre doce y quince tarimas de amaranto, unos 2 mil 475 dulces. “A veces depende de los pedidos que tenemos, diario hacen pedidos y hacemos diferentes, depende lo que vayan pidiendo, a veces trabajamos un poquito más. Lo que me van pidiendo voy haciendo”, comentó el hombre oriundo de Puebla.
En su estado natal se dedicaba al campo y al llegar a la Ciudad de México aprendió a fabricar dulces típicos. “Me gusta mi trabajo. Hago barras de uno, dos o tres sabores, hay de chocolate, nuez, menta, fresa, miel, piloncillo”, aseguró.
También crea barras de amaranto con chocolate y nuez combinadas con hojuelas de maíz y arroz inflado. Esas se conocen como crunch. Las energéticas contienen, además de amaranto, arándano, linaza y pepita de girasol; mientras que las antioxidantes llevan coco, linaza, ajonjolí, avena y amaranto.
Junto al señor Manuel trabaja Citlalli, quién se dedica a elaborar obleas con chocolate y amaranto.
Cada día hacen 150 paquetes de diez piezas, en total mil 500, “pero si hay pedidos hacemos más, surtimos a la tienda del señor Marco, quién surte los pedidos, y a parte tenemos que tener producción para su tienda”, dijo la joven. Citlalli también se encarga de empacar las barras y obleas, para ello utiliza una plancha de ropa. “Al inicio me quemaba, pero ya lo hago rápido”, comentó.
Las obleas son comercializadas en 15 pesos el paquete de cinco piezas. Las barras tienen distintos costos, según el tamaño; se ofrecen individuales y en paquetes.
El taller Casahuates inició como un proyecto familiar en la década de los 40. “Empezó desde que mi abuelito siembra amaranto en las aldeas del Teuotli. Aún siembra los sábados y domingos, sube al cerro a sembrar y cosechar amaranto”, mencionó Quitzia Velasco.
En el establecimiento, situado en la calle Aquiles Serdán, se ofrecen barras de amaranto de 1.50 a 16 pesos, y paquetes desde 25 a 60 pesos. Los paquetes de cinco obleas cuestan 13 pesos.
Autoridades de Xochimilco indicaron que en Tulyehualco existen cuatro talleres grandes que producen amaranto, 20 de tamaño mediano y cien pequeños; en el resto de la delegación hay otros diez.