diana.fuentes@eluniversal.com.mx
Pese a los descalabros que los ha llevado incluso a perder territorio, la renovación de las dirigencias de las fuerzas políticas del PRD y del PRI en la Ciudad de México están en el limbo.
Hace más de nueve meses que venció el plazo del perredista Raúl Flores al frente de la presidencia y aún no existe el suficiente consenso para llevar a cabo una nueva elección.
El panorama en el Revolucionario Institucional es aún peor.
Militantes e integrantes de la Comisión de Procesos Internos responsabilizan al Comité Ejecutivo Nacional del PRI de que en los próximos días se presente una escalada de impugnaciones ante el Tribunal Electoral local para urgir a una renovación de la dirigencia por mandato y no por determinación propia.
Hace poco más de un mes que venció el plazo de Mariana Moguel Robles como presidenta de este instituto político en la capital del país.
Tanto el PRI como el PRD enaltecen en su Declaración de Principios el compromiso de abanderar las mejores causas de la capital, pero dejan en segundo plano renovaciones puntuales y sin tener que llegar a resoluciones
Expertos en transparencia y análisis político cuestionan que, sin excepción, líderes de fuerzas políticas se autonombran partidos socialmente responsables, comprometidos con las causas ciudadanas, aunque no se tomen el tiempo para iniciar el proceso de renovación de su dirigencia.
Luis Carlos Ugalde, presidente de la Consultoría Integralia, asegura que los partidos se convirtieron en administradores de “vacas gordas”, según una expresión exacta de Jorge Alcocer.
Incluso señala que con el dinero en abundancia empezó el ciclo destructor de la mística de la lucha opositora. “El dinero en exceso pudrió a los partidos”, retoma de Alcocer.
“Los partidos se han vuelto adictos al dinero público y, salvo el Partido Verde, han creado burocracias abundantes y cadenas de operadores que requieren fondos para existir”, precisa Ugalde.
Además, sostiene que algunos institutos políticos que otrora eran mecanismos de lucha o de denuncia de la corrupción del gobierno, se burocratizaron y ahora viven del confort del presupuesto.
Fallido poder de los estatutos. De acuerdo con el Estatuto del PRI capitalino, la Comisión Nacional de Procesos Internos es la instancia responsable de organizar, conducir y validar el procedimiento para la elección de dirigentes y postulación de candidatos.
A consideración de militantes y simpatizantes del tricolor, al CEN no le interesa lo que pasa en la Ciudad de México aún cuando se viven tiempos donde la capital será fundamental para la próxima elección, tanto de jefatura de Gobierno como de la Presidencia.
“El plazo se venció el 20 o 21 de diciembre, ya se tendría que estar viendo, por lo menos, quién llevaría a cabo el nuevo proceso, cuándo se estarían estableciendo las reglas y eso tiene que ver mucho el CEN del PRI”, mencionó la priísta Anaid Guerrero.
Dice que la falta de interés desde el presidente nacional Enrique Ochoa, resta tiempo para una elección limpia. En las oficinas del PRI nada ocurre; el Tribunal Electoral no meterá las manos siempre y cuando no impugnen la renovación de la dirigencia.
La aún dirigente Mariana Moguel asegura que el PRI de la Ciudad de México está más unido que nunca. Confirma que desde diciembre presentó un oficio para la separación del cargo, pero no lo recibieron.
Por una nueva dirigencia. Según los estatutos del PRI local, en el artículo 61 los dirigentes tienen la obligación de promover y vigilar el estricto cumplimiento de los documentos básicos y los instrumentos normativos, además de dar audiencias y atender las demandas de los militantes que lo soliciten.
Para ser Presidente y Secretario General de los comités Ejecutivo Nacional, directivos de los estados y del Distrito Federal, municipales y delegacionales, deberán ser cuadro de convicción revolucionaria, de comprobada disciplina y lealtad al partido, contar con arraigo y prestigio entre la militancia y la sociedad, además de tener amplios conocimientos de los postulados del partido y reconocido liderazgo.
Tener y comprobar una residencia de por lo menos tres años en la demarcación de que se trate, excepto cuando se haya desempeñado una comisión partidista o funciones pública; acreditar carrera de partido y, como mínimo, una militancia de siete años para los dirigentes de los Comités Directivos Estatales y de la Ciudad de México.
Lo que resalta en los documentos básicos es que quien aspire a la presidente debe contar indistintamente con algunos de los siguientes apoyos como son estructura territorial, a través de sus comités seccionales, municipales o delegacionales, directivos estatales o de la capital, según sea el caso.
En ningún caso podrán ser menores de 20% de estructura territorial, tres de los sectores, Movimiento Territorial, el Organismo Nacional de Mujeres Priístas, el Frente Juvenil Revolucionario y la Asociación Nacional de la Unidad Revolucionaria, 20% de consejeros políticos y 5% de afiliados inscritos en el registro partidario.
El PRD, también dilatado. Desde el 4 de mayo del año pasado, tiempo en que se venció el plazo de la dirigencia del PRD en la Ciudad de México, Raúl Flores García asegura que aún no se ha convocado a otra elección.
Visto de otra forma, bromea el líder perredista, hay consenso de que siga al frente de este partido. “Desde que estoy en el servicio público estoy listo para cualquier sustitución, no tengo abonado nada personalmente, sin embargo, legalmente sigo con el reconocimiento de los institutos electorales”.
Confirma que hasta ahora no se ha presentado ninguna controversia. “Mi presencia en el partido, como dirían los abogados, ha causado estado y por ministerio de ley porque no puede quedar acéfalo permanezco en la dirigencia”.
Al igual que militantes del PRD, considera que lo más sano es que el partido de izquierda logre los consensos para hacer una renovación.
No urge ni tampoco hay en juego problemas por dinero. En su caso no cobra salario y tampoco es acreedor a prestaciones más que el teléfono celular, y lo usa poco. “Me ha tocado descalabros en 2015 y un reposicionamiento en la Asamblea Legislativa cuando parecía que venía una debacle en el PRD y pudimos equilibrar las cosas frente a Morena”, dice.
Está cierto que su permanencia como presidente del PRD capitalino podría considerarse una concentración de poderes ya que también es vicecoordinador de la bancada en el órgano legislativo local, pero asegura que no tiene un perfil tribal de estar utilizando los cargos para un crecimiento personal.
El consejero del Instituto Nacional Electoral (INE), Benito Nacif, opina que en el caso del PRD se está contemplando hacer una elección como la de hace poco más de dos años con la renovación total de sus estatales y municipales y esto es un proceso que requiere mucha planeación.
“No hay que presumir el por qué no se ha iniciado una renovación en los partidos, hay que analizar y conocer cada Estatuto. La Ciudad está en un proceso de transformación y todo esto estará contemplado en lo que estuvo procesando el Constituyente”.