Más Información
INE debe determinar si Morena puede promover el voto en la elección judicial: Sheinbaum; “importante que todas las autoridades participen”
Respetamos críticas del EZLN, pero defendemos a la 4T: Sheinbaum; rechaza entrar en debate con zapatistas
MC se pronuncia tras agradecimiento de alcaldesa de Coalcomán a “El Mencho”; “nada impide que se investiguen los hechos”, dice
Gobernador de Michoacán exige investigar antecedentes de alcaldesa de Coalcomán; pide que renuncie a su cargo
En campaña aplicarán alrededor de 700 mil dosis de vacuna Patria; será administrada a personas vulnerables
metropoli@eluniversal.com.mx
El aumento de violencia y las condiciones de hartazgo social, de las fallas del sistema, promueven el surgimiento de justicieros anónimos. Se trata del efecto Lucifer, personas que toman la ley en sus manos y asesinan delincuentes. Son producto de una “desesperanza aprendida”, porque el gobierno no proporciona seguridad y calidad de vida, aseguró Feggy Ostrosky, directora del Laboratorio de Neuropsicología y Psicofisiología de la UNAM.
La investigadora comentó que el caso de la persona que mató a cuatro probables delincuentes en la carretera México-Toluca el pasado 31 de octubre es resultado del factor de hartazgo social y la desesperanza.
“La gente que toma la justicia por propia mano, como el justiciero, o pueblos enteros que toman la ley en sus manos, son resultado de lo que en sicología se llama desesperanza aprendida porque el gobierno no nos está proporcionando seguridad, no nos está proporcionando calidad de vida y vemos que no hay otra salida”, comentó la sicóloga.
El perfil del justiciero anónimo de La Marquesa es de un hombre, probablemente policía en activo, que “se siente salvador”.
"Se caracteriza como Robin Hood que dice ‘yo voy a tomar la ley en mis manos’ para poder defenderme a mí y a los que están alrededor. Estas personas sienten que les están haciendo daño y se ven como salvadores”.
Para describir las condiciones por las que atraviesa una persona que elige matar a quien considera su agresor, Ostrosky cita al sicólogo social Philip Zimbardo y su investigación sobre el efecto Lucifer.
“Es en lo malo que nos podemos convertir, tendemos a abusar del poder, lo usamos para maltratar a los demás, a lo mejor para sentir que salvamos a los demás. En la Segunda Guerra Mundial pasó; mataban de hambre a la gente y ahora lo vemos con lo que pasa con nuestros migrantes que son hostilizados y agredidos por los connacionales cuando sólo buscan una forma de vida”, dijo Ostrosky.
La investigación de Zimbardo asegura que las personas, al momento de tomar una decisión, son influidas por los límites de su personalidad, la situación y el sistema.
Basado en experimentos donde colocó a estudiantes en diferentes posiciones de poder, el sicólogo afirma que lo que induce a una persona buena a obrar mal es la desindividualización, la pasividad frente a las amenazas, la obediencia a la autoridad, la racionalización y la deshumanización.
Zimbardo asegura en su libro El Efecto Lucifer que las personas buenas no se convierten en malas de un día para otro porque es un proceso gradual. Ante esto la doctora Ostrosky señala que los justicieros anónimos son producto de fallas en el sistema.
“Está pasando que las fuerzas sociales están obligando a los individuos porque el gobierno no está cumpliendo. Hace cárceles y mete más gente y todos sabemos que hay que hacer programas de prevención de violencia y que esos programas empiecen temprano para que la gente pueda sentirse protegida.
“La violencia no es producto de la pobreza, es producto de la mala distribución del ingreso”, asegura. Destacó que las personas que deciden hacer justicia por mano propia se sienten atacadas y creen que deben defenderse.
“Es lo que pasó en el autobús, él [justiciero anónimo] también se sintió agredido”.
Ostrosky asegura que el perfil del justiciero del autobús es de un hombre de entre 18 y 40 años “donde hay fuerza y energía”.
“No creo que sea la primera vez que lo hace, es o era un policía, en general la agresión es más frecuente en hombres que en mujeres.
“Las mujeres no somos violentas ni tan hábiles con las armas, la agresión de mujeres es de tipo afectivo”, remarcó.
Para evitar la propagación de personas que decidan salvaguardar la seguridad de los demás asesinando a quienes consideran delincuentes es necesario que el gobierno implemente programas de seguridad en el transporte público y leyes basadas en la dignidad humana.
“Continuamente hay asaltos y nadie hace nada y no sabemos si las autoridades son incompetentes, si están sobre saturados o si ellos mismos son los que asaltan. Las leyes tienen que basarse en la dignidad humana. Estamos perdiendo esta dignidad humana porque las leyes no se aplican para todos”, lamentó.