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“Lo que creo y puede que sea una cosa maquiavélica de mi parte es que los exhibidores crean festivales de cine curándose en salud, para decir que apoyan al cine mexicano, pero no lo hacen en cartelera”.
Era febrero de 2013. León Serment acababa de participar en un encuentro en la Asamblea Legislativa del entonces Distrito Federal.
En esa reunión, el director había acudido para conocer el presupuesto otorgado al fideicomiso de cine en la capital mexicana.
Serment acababa de estrenar El efecto tequila, cinta en la que abordaba el llamado error de diciembre de 1993 que terminó en crisis y era un asiduo asistente cuando se tenía que defender a la comunidad fílmica nacional. “Era alguien de los que siempre luchaba, estaba ahí, listo”, recuerda su amigo y también cineasta Víctor Ugalde.
Egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica, tuvo tras de sí estudios de comunicación por la Universidad Autónoma Metropolitana. Un día conoció a Emmanuel El Chivo Lubezki y Carlos Marcovich, siendo asistente de ambos y después con la que sería su esposa, Adriana Rosique, fundó la productora Taller de Luz.
Raquel Adriana Loza, amiga de la también desaparecida productora, recordó durante el velorio de esta última que ambos hacían una gran pareja de trabajo.
La fórmula Serment-Rosique dio como resultado los largometrajes de ficción El efecto tequila, Kada kien su karma y Los hijos de la ruta, documental que se encontraba en posproducción.
Este último tardó en levantarse. Parecía que a nadie le importaba conocer la aventura que dos brasileños hicieron desde su país natal hasta Guadalajara, en 1970, para acudir al Mundial de Futbol.
“Ha costado trabajo, pero así estamos en esto, siempre ha sido de esta forma y de que se hace, se hace”, dijo León a EL UNIVERSAL durante el Festival Internacional de Cine en Guadalajara 2014.
En su foja laboral destacan documentales hechos para Clío y el cortometraje Maquío: la fuerza de un ideal.