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Las autoridades capitalinas desconocen el paradero y la actividad de poco más de 6 mil 600 personas que purgaron condenas en el Sistema Penitenciario Capitalino por delitos que van desde el robo en todas sus modalidades, venta de droga al menudeo, portación de armas de fuego hasta homicidios.
Esto debido a que no se cuenta con un sistema de vigilancia, supervisión y apoyo para los que alguna vez pisaron un penal. Los talleres y actividades recreativas y de autoempleo que les enseñan tras las rejas, en las calles son insuficientes.
Esta cifra se trata de internos que fueron liberados en sólo un año, algunos de éstos preliberados por buen comportamiento o por cumplir más de 60% de su condena.
Otros fueron liberados después que las autoridades determinaran que no representan un riesgo para la sociedad. A decir de especialistas en temas carcelarios, estar en prisión los estigmatiza, lo que afuera les complica conseguir empleo, aunado a la falta de oportunidades y a la falta de vigilancia, optan por regresar a la actividad delictiva.
“Se conocen historias de ex convictos triunfadores, pero también hay que estar conscientes de dos cosas, una, que se demostró que la prisión no significa una verdadera reinserción social y dos, que la falta de oportunidades los lleva al límite”, explica el antropólogo social Jesús Burrola.
El especialista detalla que aquellos internos considerados de alta peligrosidad o que fueron detenidos como líderes de células criminales deben tener un seguimiento puntual de por lo menos seis meses, tiempo en el que se demuestra si en verdad estar tras las rejas los reinsertó de manera correcta a la sociedad. “Hay internos que hasta en tres ocasiones han sido liberados y vueltos a capturar”, puntualizó.