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Las mujeres en prisión en la Ciudad de México pagan una doble condena: la pena judicial por el delito que cometieron y el abandono familiar al ser olvidadas y no recibir visita de ninguna persona, comentó la vicepresidenta de la Comisión Especial de Reclusorios de la Asamblea Legislativa local, Rebeca Peralta.
La diputada explicó que de cada 10 mujeres presas, siete no reciben visita alguna, lo que complica el trabajo de reinserción social.
“Desgraciadamente las mujeres cuando cometen un delito son abandonadas por su pareja y hasta por su propia familia. Sienten vergüenza que la esposa, hija, la hermana, esté en prisión y prefieren dejar en pausa el tema mientras que sale de prisión”, señaló la legisladora.
De acuerdo con la asambleísta, en los dos penales femeniles de la Ciudad hay mil 735 mujeres privadas de la libertad, de las cuales mil 521 se encuentran en el Centro Femenil de Santa Martha y 223 en Tepepan.
En entrevista con EL UNIVERSAL, Peralta refirió que el 50 por ciento de estas mujeres son jóvenes entre 18 y 30 años de edad, mientras que el resto varía las edades pero puede haber hasta mujeres de más de 60 años.
Señaló que en su mayoría las mujeres pagan condenas por delitos como robo –con la intención de conseguir dinero para la manutención de su familia- y secuestro o delitos contra la salud –que en su mayoría cometieron al enamorarse de hombres secuestradores o dealers que las convencen de delinquir para ellos.
Dijo que el 60% de las mujeres en prisión tiene un nivel de estudios máximo de secundaria, el 20 por ciento de bachillerato, y el resto cuenta con licenciatura y hasta maestría o incluso doctorado.
El 50% de las internas se dedicaba al comercio o era empleada de fábricas o empresas con sueldos bajos; el 35 por ciento se dedicaba al hogar, y el resto tenía algún oficio.
“No defiendo a mujeres delincuentes, confío en que las mujeres que cometieron un error tienen derecho por ley y por humanidad a reivindicarse con la sociedad y con ellas mismas”, explicó la legisladora.
Peralta exhortó a las personas que tengan a mujeres familiares en prisión a no abandonarlas y a coadyuvar con el trabajo de reinserción que llevan en prisión.
“Sólo les pedimos confianza en ellas. Si yo como diputada no lo criticara sería como estar de acuerdo con ese abandono y una persona que pierde la esperanza en que las cosas pueden ser mejores está acabada, por eso les pido que no las abandonen, que les den un motivo para salir, intentarlo de nuevo y hacer bien las cosas y estoy convencida que es posible”, concluyó.