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Pese a que Iztapalapa, Gustavo A. Madero, Coyoacán, Tlalpan y Álvaro Obregón son las cinco delegaciones que concentran el mayor número de población con alguna discapacidad, a la fecha no existe programa dedicado a este sector para que tenga ingreso a las albercas públicas.
Por ello, la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México pidió al Instituto del Deporte de la Ciudad de México implemente en las 16 delegaciones una hora al día para estas personas, así como para lesionados con fines terapéuticos.
La presidenta de la Comisión de Juventud y Deporte de la ALDF, Beatriz Olivares, detalló que casi un 60% de la población con discapacidad total de la Ciudad de México vive en estas cinco demarcaciones.
Tan sólo en Iztapalapa son mil 792 personas; en Gustavo A. Madero mil 170; Álvaro Obregón 717; Tlalpan 641 y Coyoacán 615, según datos proporcionados por la asambleísta.
“Actualmente las actividades acuáticas para las personas discapacitadas reciben la misma atención que las demás terapias que ayudan a detonar el desarrollo integral de estas personas, es decir, es poca o nula”, manifestó.
Olivares explicó que en el agua se pierde más del 75% del peso corporal, de ahí que sea el único lugar donde las personas especiales son libres de camas, muletas y sillas de ruedas.
“Es necesario esforzarse para que no exista alberca en el país sin educación especial acuática y para que no haya persona discapacitada sin educación especial acuática. Con estos servicios estaremos regresándoles su derecho a llevar una vida digna”, consideró la legisladora perredista.
Recordó que en últimas fechas, se han publicado estudios que demuestran que del 10 al 17% de la población mundial tiene alguna discapacidad.
Dijo que mantener a este sector en aislamiento y marginación daña económica y emocionalmente a las sociedades, por eso es imprescindible hacer notar que la actividad acuática tiene un alto impacto que favorece el desarrollo no sólo del aspecto físico, sino del afectivo y emocional.
La perredista señaló que las actividades acuáticas son variadas y van desde el chapoteo y el juego en el agua al lado de sus padres o instructores hasta programas muy específicos de terapia acuática para cada discapacidad.