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En los viveros de la delegación Xochimilco comenzó la siembra y cuidado de la flor de Nochebuena, cuyo proceso de crecimiento se extiende hasta por nueve meses.

En el vivero Los Lagartones, este año habrá una producción de 26 mil plantas, algunas de estas surtirán mercados como Jamaica, Jamaiquita, Central de Abastos y Cuemanco.

De acuerdo con productores, cultivar una Nochebuena es como incubar un bebé, pues dependiendo el tamaño puede requerir un tiempo de crecimiento de hasta ocho meses, además de temperaturas, agua y sustancias controladas.

Según datos de la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades (Sederec), la Ciudad de México es el cuarto productor de la flor a nivel nacional y de su cosecha dependen cientos de familias.

Tan sólo en el ciclo de 2015 en la capital hubo una producción de 3 millones 179 mil 965 plantas y flores en Xochimilco, Milpa Alta, Tlalpan y Tláhuac, lo que representa 20% del total nacional. En la Ciudad de México más de 50% de productores se dedican a sembrar la flor.

Agricultores como Los Lagartones sólo generan cuatro cultivos al año: de abril a diciembre Nochebuena; de agosto a octubre cempasúchil; de diciembre a mayo rosales, y de octubre a junio la flor de malbo.

Expertos aseguran que para el cultivo de la flor de fin de año no existe margen de error, “tiene que ser muy preciso, se necesita un cuidado especial porque por más de un mes se debe resguardar en algo como una incubadora que nosotros armamos con lonas y plásticos, solo de esa manera puede madurar”, comentó Samuel Barrera.

Para que el esqueje de la planta madure y empiece a enraizar debe estar hasta por mes y medio a una temperatura de entre 40 y 45 grados centígrados. Una vez que se supera esa etapa, poco a poco se tiene que ir descubriendo la planta hasta que soporte la temperatura ambiente.

Después inicia la etapa de poda, en la que se retiran las hojas de arriba de cada rama, lo que hace que en cada desviación crezca un nuevo enramado y la planta tenga más hojas.

Señalaron que históricamente hay falta de inversión para el campo “pero aquí estamos, ofreciendo un producto de calidad mexicano que mantiene viva la tradición”, explicó Samuel Barrera, floricultor.

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