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Marcos Gregorio, el joven asesino de Iztapalapa, resultó ser hijo de una mujer de la policía auxiliar en activo perteneciente a la Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México, según algunos perfiles sicológicos que se le han practicado, la violencia y la “creatividad” que mostró al planear y organizar el doble homicidio de quienes le rentaban un cuarto, la pudo obtener de los videojuegos.
El joven detalló que no estudiaba, la mayor parte del tiempo se la pasaba en un café internet propiedad de su padrastro, que se encuentra en la misma zona y que en sus tiempos libres era adicto a jugar en su Xbox; Resident Evil y el tan criticado Grand Theft Auto eran sus preferidos, por lo que no se descarta que los videojuegos, el abandono de su madre, la violencia de su entorno y la miseria en la que vivía, desencadenaran el crimen.
Marcos encontró a través de Facebook una comunidad también fanática de este tipo de juegos, donde empezó a intercambiar ideas, y donde él los empezó a invitar a cumplir las fantasías de los juegos en la realidad. La idea solamente la aceptaron dos jóvenes, Jonathan y su primo Gabriel de 16 y 13 años de edad, respectivamente, que están actualmente prófugos de la justicia.
El homicidio de la niña de 14 años, quien recibió 18 puñaladas producidas por una ballesta, causó indignación entre los colonos de San Miguel Teotongo, pues acaba de recibir un diploma por excelencia académica.
Según la Averiguación Previa IZTP/IZP-10/T3/371/16-05, después de la detención una mujer que se identificó como policía auxiliar en activo de la SSPCM —de quien se mantienen sus generales en anonimato— llegó a la procuraduría capitalina y se identificó como su madre, quien además no daba crédito a lo sucedido; la oficial refirió que por cuestiones de trabajo no le dedicaba mucho tiempo a su hijo.
Como parte de la investigación se estableció que el menor vivía prácticamente solo en un cuarto que le rentaban sus víctimas, además se pudo establecer que la mamá ejercía gran influencia sobre él; sin embargo, el menor se sentía abandonado, su único vínculo familiar era su padrastro con quien la madre tampoco tenía contacto, al momento del interrogatorio a la madre, dio pocos datos de la actividad del menor.
Aseguró también desconocer a sus amigos, por lo que no aportó mayores datos sobre los otros cómplices de 16 y 13 años que supuestamente participaron en el doble homicidio.
Aunque no se le han imputado ningún delito, la policía será sometida a una investigación para determinar su responsabilidad de manera secundaria, o si incurrió en alguna omisión al dejar a su hijo en el abandono por cuestiones laborales, pues el menor refirió que desde hace varios años no cuenta con apoyo de sus papás.