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A sus 21 años, Andrew Almazán tiene dos licenciaturas concluidas: es médico y sicólogo, hizo una maestría y está a punto de convertirse en doctor en temas educativos.

Él fue un niño superdotado y hoy es un joven que encabeza el Centro de Atención al Talento (Cedat), escuela líder en Latinoamérica en donde se brinda educación diferencial a niños entre dos y 14 años que tienen un coeficiente intelectual superior a 130 puntos.

Al hablar, Andrew se expresa con seguridad, aunque viste de traje y demuestra sobriedad, su rostro todavía deja ver los rasgos de la niñez.

Él fue un pequeño que recibió un mal diagnóstico médico. Y a los nueve años dejó la primaria pues sus profesores no entendían su inquietud ni las ganas que tenía de conocer.

“Tuve problemas con profesores y dejé la educación tradicional. En su momento me diagnosticaron Déficit de Atención y Sobredotación, pero era absurdo, es como decir que tengo presión alta y baja al mismo tiempo. Me iban a medicar para bajar mis capacidades pero por suerte mis padres no lo hicieron”, cuenta Andrew.

Al dejar la primaria empezó a estudiar por su cuenta. La terminó a los 11 y a los 12 concluyó la secundaria; a los 13 hizo sus estudios medio superior y terminó el Colegio de Bachilleres en dos meses y medio. Empezando los 14 inició la universidad con dos carreras simultáneas: medicina y sicología, antes de ser cirujano comenzó la maestría en educación y ahora es candidato a doctor con la misma orientación.

Asegura que su caso fue una especie de ensayo y error, pues ni su familia ni instituciones sabían cómo tratar su potencial.

“Por eso inicié esta escuela hace seis años, para que los otros niños no pasen lo que a mí me tocó, para que tengan un lugar en el que puedan convivir con otros iguales a ellos y desarrollen todas sus competencias”.

Además de sus grados académicos, Andrew está certificado por la Universidad de Harvard en educación diferencial, que es el modelo que se imparte en el Cedat y consiste en darle a cada estudiante las herramientas que necesite.

Desde niño toca el piano, era su pasatiempo, dice. Habla inglés a la perfección y domina el francés, chino mandarín y latín. Le gusta la escritura y además de crear artículos científicos le apasiona la divulgación del conocimiento por lo que también colabora en algunas publicaciones.

Practicó hockey sobre hielo y es cinta negra en Taekwondo y uno de sus proyectos de vida es mejorar las condiciones de los sobredotados mexicanos para brindarles oportunidades.

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