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El último estudio científico sobre las afectaciones a la salud que genera la contaminación en la Ciudad de México revela que existe el riesgo de que la población desarrolle asma o se exacerben los cuadros asmáticos en quienes padecen esta enfermedad. El análisis fue realizado en 2014.
El reporte Estimación de las emisiones vehiculares, gasto energético y atmosféricos, asociados a los reductores de velocidad en la exposición a contaminantes, en el capítulo dedicado al impacto en la salud, expone que “algunos componentes de las partículas finas contaminantes de la Ciudad de México son capaces de inducir dificultad para respirar, inflamación pulmonar, hiperreactividad bronquial y secreción de moco similar a las que presentan los pacientes asmáticos y estos daños son aún peores cuando los sujetos previamente la padecen.
“En el país se presenta un incremento estacional de las atenciones médicas por asma, que inicia en agosto, alcanza el punto máximo en septiembre y octubre (dos a tres veces más de lo habitual) y empieza a disminuir en noviembre, coincidiendo con la presencia de mayores concentraciones ambientales de material particulado (PM) que podría contener, entre otras cosas, una mayor concentración de pólenes y agentes oxidantes”, señala el documento.
En este estudio —realizado a solicitud de la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación (Seciti) de la Ciudad de México— participaron el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav) y el Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM.
En entrevista con EL UNIVERSAL, el titular de la Seciti, René Drucker detalló que “si se redujeran los topes en la ciudad mejoraría el índice de asmáticos, pues también contribuyen a un incremento de este padecimiento. Hay muchos topes de las escuelas, los niños son más sensibles a las cuestiones ambientales, siempre los niños son más vulnerables a todo”.
Según los expertos, el asma es una de las afecciones respiratorias más frecuentes en la población mundial. Se conoce que al menos 300 millones de personas la padecen y se estima que en 2025 habrá 100 millones más. En cuanto a la incidencia, México ocupa, aproximadamente, el lugar 70, pero en mortalidad es el siete.
El estudio señala que “son muchas las causas que provocan que una vía aérea (parte superior del aparato respiratorio) normal se convierta en hiperreactora, las más comunes son las enfermedades alérgicas, en particular las de pulmón, y cuando existen agentes desencadenantes ocurren las crisis”.
En la capital del país, debido al considerable parque vehicular se emiten grandes cantidades de monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno y de azufre, así como compuestos volátiles orgánicos; “los contaminantes más importantes son el ozono y el material particulado (PM10 y PM2.5), que con frecuencia sobrepasan las concentraciones permitidas para la salud.
Lo anterior, “ha motivado la constante revisión y adecuación de las normas para PM con diámetros aerodinámicos menores o iguales a 10 (PM10) y a 2.5 micrómetros (PM2.5, partículas finas o FP). Recientemente se ha demostrado que los efectos nocivos de los contaminantes no sólo residen en sus concentraciones atmosféricas, sino en los elementos que lo componen y sus interacciones con otros contaminantes como el ozono (O3).
El documento entregado al jefe de gobierno, Miguel Ángel Mancera, explica que “la composición del PM está determinada por las fuentes de emisión y varían de acuerdo a las estaciones del año. Estas nuevas observaciones han contribuido a que el monitoreo atmosférico en varias ciudades de nuestro país y del resto del mundo incluya nuevos compuestos antes no considerados.
“En nuestro país la lista de contaminantes tóxicos incluye más 100 compuestos”.
En laboratorio, los especialistas desarrollaron un modelo animal con un método de exposición in vivo, único. “Encontramos que sí existe un riesgo real a la exposición de una alta concentración de contaminantes y a quienes ya la padecen les va peor por estar expuestos”, concluyó.
El material particulado está constituido por aerosoles de diferentes compuestos sólidos y líquidos condensados, que forman suspensiones en el aire. De acuerdo con su diámetro aerodinámico se divide en PM de 10 micras, de 2.5 y las ultrafinas –menores a 2.5–; el tamaño sí importa porque la dinámica con que ingresa al cuerpo determina la cantidad y en que parte del aparato respiratorio se depositará.
Nuevo estudio. Finalmente, el funcionario local adelantó que la Seciti financiará un estudio para conocer cuál es la composición de las partículas suspendidas que tantas afectaciones provocan a la salud humana.
Los primeros resultados podrían tenerse en el mes de noviembre, permitirían tomar previsiones y generar políticas públicas para mitigar los efectos de los contaminantes. “Así se pueden elaborar estrategias inteligentes con base en conocimiento”, puntualizó.
René Drucker indicó que actualmente “se habla de los Imecas, pero lo que necesitamos saber es qué contienen las partículas suspendidas, en dónde hay más plomo, material fecal y otros elementos nocivos para la salud y cómo están distribuidos en la ciudad”, detalló.
Sobre cómo se llevaría a cabo el estudio, el científico explicó que se pondrían filtros en lugares estratégicos de la ciudad, en diferentes épocas del año, para poder determinar cuál es el componente de las partículas.