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david.fuentes@eluniversal.com.mx
Con ojos de desvelo y sólo unos cuantos pesos en la bolsa, que le dan para comer una torta al día, familiares de Jorge Eduardo Damaso García de 28 años, quien la semana pasada recibió un balazo justo en la medula espinal a manos de un agente de la Procuraduría Capitalina, cuando fue sorprendido en intentado robar un reloj, están renuentes a hablar con los medios de comunicación.
Agresivos y retadores, exigen que no se tome una sola fotografía de ellos e incluso, revisan celulares para verificar que ni de “casualidad por accidente” se tenga alguna imagen, sin embargo, a regañadientes y quizá a manera de desahogo, la más grande de la familia, que según los paramédicos del hospital es la madre del imputado, dice unas palabras con el objetivo de que los dejen en paz y evitarse problemas.
La mujer, quien de antemano pide omitir su nombre así como fotografías, dice sentir pena y temor al escarnio público, explica —en la sala de espera del hospital de la Cruz Roja, Polanco— lo complicado que ha sido para la familia esta situación y comenta que algunos vecinos o conocidos les han dejado de hablar cuando identificaron a Jorge Eduardo como el hombre que asaltaba en la zona de Constituyentes y parte del Estado de México.
Dice que perdona a todos por el “accidente”, al oficial por impedir el robo y dispararle, así como a su hijo por causarle problemas, con el argumento que robaba por necesidad pues hay una familia que alimentar y además se relacionó con amigos que eran una mala influencia para él. La mujer, mayor de los 60 años, ahora lamenta el no haberle puesto atención ni cuidado a su familia, si robaba, dice, nunca vio un peso de eso.
“Uno se da cuenta cuando los hijos están en malos pasos, pero no tenía fuerzas para decirle algo o regañarlo, nomás rezaba que no lastimara a nadie en lo que hacía, era todo lo que podía hacer, no tuve valor para entregarlo a la policía”.
“Sabía que vendía cosas en un tianguis y de repente tenía dinero, pero nada más, no somos ricos ni nada, tanto así que ahora andamos viendo como vamos a pagar todo esto, pero creo que se lo merecía por si alguna vez lastimó a alguien, ya no queremos problemas con nadie, Dios sabe que perdono a todos de corazón”, explica mientras espera el traslado de Damaso García al Reclusorio Varonil Oriente, donde deja claro, “quién sabe cómo le va a hacer”.
El joven de 28 años que cayó herido cuando una bala calibre nueve milímetros se incrustó en la medula espinal, que lo dejó paralítico, está en la cama 2B, vigilado todo el tiempo por dos agentes de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF), quienes esperan solamente el alta médica, la que podría extenderse en las siguientes horas, para trasladarlo a la cárcel y empezar el juicio.
Según médicos del hospital consultados por EL UNIVERSAL, Damaso García ya está fuera de peligro, los médicos intentaron, en la medida de lo posible, que recobrara la movilidad en las piernas, pero médicamente ya no se pudo hacer más, “no sé cómo le va a hacer en la cárcel, lo van a tener que ayudar para todo, él no puede hacer nada solo, ir al baño, asearse, defenderse, no sé, todo lo que uno hace cuando está completo, esa es mi mayor mortificación, si pudiera me quedaba con él ahí encerrada o no sé si se pueda que me lo dejen en la casa, ¿ya qué daño puede hacer el pobre?”, narra la angustiada mujer.
Desde el día que lo dejaron paralítico, Jorge Eduardo no ha querido hablar del tema, familiares y paramédicos dicen que ha estado muy callado, por las noches en ocasiones llora por lo que no descartan que esté deprimido.
La familia no tiene pensado denunciar abuso de autoridad, “no tenemos dinero, no sabemos de leyes. Creo que hubiera sido mejor que lo hubieran matado ahí, así nada más lo lloramos unos días y ya”, refirió otro familiar al tiempo que retira a la mujer quien suelta el llanto, y deja de tocar el tema.