Chile es el país que tiene la más alta incidencia de cáncer de vesícula en el mundo, siendo las mujeres las más afectadas, ya que duplican en su frecuencia a los hombres.
En los años 90 un investigador chileno detectó una asociación entre el tumor vesicular y el consumo de ají rojo. Poco después, científicos japoneses describieron la presencia de un hongo que produce la llamada "aflatoxina" en ajíes rojos comprados en el Mercado Central.
Con estos antecedentes, un grupo de investigadores de la Universidad Católica decidió estudiar a 112 voluntarios de Santiago, Temuco y Concepción. Fueron 36 pacientes con cáncer vesicular, otros 29 que tenían cálculos solamente y otros 47 sanos.
En ellos se estudió la presencia de la mencionada toxina. Así, encontraron que en el 64% de quienes tenían cáncer había altos niveles de esta sustancia en su sangre, cifra que se reduce al 18% de quienes tenían cálculos y al 23% de quienes estaban sanos.
Los resultados se publican en la revista JAMA. "Hay dos culturas de consumo de ají que son muy distintas" , explica la doctora Catterina Ferreccio, epidemióloga de la Universidad Católica, quien lideró esta investigación.
Por un lado -dice- están quienes consumen ají verde, fresco, que se agrega a las ensaladas. Por otro, están quienes comen ají rojo que lo dejan secar para agregarlo como hojuelas o polvo a las comidas, o que hacen salsas que guardan para su consumo.
En estos casos se puede contaminar con el hongo que produce la toxina. "Ahora nuestra prioridad es investigar la población del país en forma más masiva, detectando la presencia de esta toxina en la orina" , detalla esta académica.
Así, en quienes se encuentren altos niveles se les preguntará qué han comido, para luego investigar esos alimentos en particular.
La idea es mejorar la seguridad alimentaria, creando normas para la producción, el almacenamiento y el procesamiento de los productos agrícolas, con el fin de erradicar este hongo. Algo que podría impactar en la prevención del cáncer vesicular y, quizás, de otros tumores.
La detección en la sangre de esta toxina para el estudio la aportó en forma gratuita la Universidad Johns Hopkins. "Se trata de un examen caro que no está en Chile" , dice la doctora Catterina Ferreccio. Ahora se está desarrollando en el país un examen de orina con nanotecnología que permitirá analizar la presencia de esta toxina a un menor costo.