Nombres como Romanée-Conti, Château Grillet y Coulée de Serrant, en Francia; o Sorì Tildin, Sorì San Lorenzo y Costa Russi, en Italia, por mencionar algunos, son sinónimo de tierras excepcionales en las que se producen vinos únicos, virtualmente legendarios.
Términos como cru, en Burdeos; climat en Borgoña; Gewächs, en el Rhin; y sorì, en las tierras piamontesas, son denotativos de estos terruños únicos y altamente valorados que en España son conocidos como pagos y que a partir del añor 2000 son esencia de Grandes Pagos de España (GPE), asociación de pequeño productores de vino interesados en defender la personalidad y la distinción de sus vinos, tomando en cuenta la expresión del terruño, dice Adolfo Hornos, enólogo y director general de la Bodega Pago de Vallergarcía, perteneciente a este selecto grupo de productores.
Distribuida por todo el territorio español e involucrando a distintas Denominaciones de Origen, cepas y estilos de producción, pero siempre con un signo distintivo de excelencia, GPE involucra a 28 bodegas de renombre como Gramona, Cérvoles, Fillaboa, Palacio Quemado, Can Ràfols dels Caus, San Román y Numanthia, entre otras.