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A quién no le gusta un buen trago después de un día difícil, o tal vez una copa de vino o un tequilita para acompañar tu comida. Luego, en la noche del fin de semana, unas cervezas o cocteles para compartir con los amigos. Sí, a todos nos gusta —a unos más y a otros menos—, pues no es secreto que un gran porcentaje de la población consume bebidas alcohólicas de manera recreativa.
¿El lado negativo? Además de resultar dañino a la salud cuando se toma en exceso, otra de las malas noticias es que el alcohol engorda, y bueno, no es precisamente que el alcohol sea el que engorde: somos nosotros los que ganamos peso al consumirlo, pues no sólo hay que tomar en cuenta las calorías que aportan, sino también los alimentos que consumimos junto con cocteles y copas. En una sola tarde que promedia a noche te puedes beber (dependiendo de tu veneno) una bomba de hasta más de mil calorías. Si nos ponemos a pensar que tu dieta diaria es de, aproximadamente, dos mil calorías, ese plus, ese extrita nocturno te suma otras mil. ¿El resultado? Una matemática calórica que deviene en un exceso que tu cuerpo convierte en trágica grasa.
Cómetelo en vez de tomarlo
Si pensamos en las calorías de los cocteles como calorías sólidas, ¿qué preferirías? ¿una rebanada de pizza o un mojito? El alcohol no te aporta nutrientes y tomar en lugar de comer no reemplaza los alimentos. Además, si deseas mantener tu figura y peso, cada vez que tomes, tendrías que restar algún alimento en tu cosumo diario o, bien, esforzarte más para quemarlo.
El alcohol por sí solo tal vez no contenga tantas calorías. Ejemplo: el tequila que tiene 96 calorías por cada 1.5 onzas, pero se nos olvida que al convertirlo en una paloma o una margarita terminan siendo hasta 350 calorías o más. Recuerda que los demás ingredientes que se le agregan a los tragos, en su mayoría jugos y refrescos, están llenos de azúcares; esto sin contar que en coctelería también se usan licores y/o jarabes para elaborar un solo trago.
¿Qué pasa cuando ingieres alcohol?
Éste se transforma en acetato, el cual tiene que ser quemado rápidamente, pues el cuerpo no lo acumula. Esto significa que el organismo deja de digerir y/o quemar los azúcares y calorías previas para poder deshacerse de las calorías del alcohol, lo que hará que, a la larga, aquellas calorías que fueron ignoradas en favor del alcohol, se acumulen y se transformen en grasa y, por lo tanto, aumento de tu talla. (algunos estudios sostienen que esto sucede principalmente en el área abdominal.) En otras palabras: el alcohol inhibe la oxidación de grasa y lípidos, por lo que no quemarás la grasa acumulada sino que tu cuerpo únicamente se enfocará en la nueva, proveniente del alcohol.
Hay bebidas más engordadoras que otras. Entre más sencillos los tragos, tendrán menos calorías. Por ejemplo, es mejor consumir los licores en las rocas o con un top de agua mineral. Por último, aunque tu cuerpo lo ruegue, no desayunes copiosamente: mejor hidrátate. Un buen consejo es que, por cada vaso de alcohol, tomes un vaso de agua para mantenerte siempre hidratado y así contrarestar los efectos del alcohol.
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