Si necesitáramos elegir un día al año para rendirle pleitesía a ese tipo de comida no habría que pensárselo dos veces: el Super Bowl es sin duda el día para dedicarse al comfort food. Las cifras del día del partido en Estados Unidos son una locura: una persona puede consumir 2,000 calorías en una sentada; se comen 1.23 mil millones de alitas y 14 mil millones de hamburguesas. Está claro que junto con la creación de la fecha máxima del fútbol americano nació la disciplina de comer y comer como deporte.
Cuando el invierno se estaciona en su etapa de frío más crudo, no sorprende a nadie que comience la inundación de recetas, fotos y bocados de la comida más decadente e hipercalórica. Hay una razón para eso, según la Dra. Susan P. Roberts de la Universidad de Tufts, la culpa la tienen nuestros antecedentes prehistóricos y su necesidad de buscar alimentos con un alto contenido de calorías que nos dotarán de energía suficiente para la cantidad de tareas físicas que se realizaban.
Está claro que desde entonces, forma parte de nuestro ADN glotón. El diccionario Oxford agregó por primera vez el término “comfort food”en 1997, pero podría parecer que está bien instalado en nuestro cerebro desde el principio de los tiempos. Su definición dice que se trata de: “comida que provee consolación o un sentimiento de bienestar, típicamente con alto contenido de azúcar u otro contenido de carbohidratos y se asocia con la infancia o la comida casera.”
Más allá de ser anecdótico, el tema ha intrigado no sólo a chefs, restauranteros o grandes empresas de la industria alimenticia. Es algo que ocupa decenas de estudios científicos que buscan saber exactamente qué pasa en el cerebro cuando se consume cierto tipo de alimentos y qué emociones generan. Uno de ellos fue conducido por la psicóloga Shira Gabriel de la Universidad de Buffalo, Estados Unidos. En él, buscó definir el condicionamiento que generan ciertos alimentos en cada individuo. “A menudo, comfort food consiste en la comida que nos daban las personas que nos cuidaban cuando éramos niños. Mientras tengamos una asociación positiva con la persona que la preparaba, hay una buena posibilidad que te sentirás atraído a ese tipo de comida en tiempos de rechazo o aislamiento. Tiene una función social.” —explica Gabriel.
Lo más importante que descubrió Shira Gabriel es que para que algo sea catalogado como comfort food, depende enteramente de su asociación con la infancia y el amor recibido a través del acto de comer. Por ejemplo, si para algunos un caldito de pollo humeante era la solución a un día espantoso, para otros podría no serlo tanto por traerles malos recuerdos.
De acuerdo a una encuesta, el 15% de los estadounidenses prefiere comer pizza por sobre todas las cosas; los asiáticos pasan los malos ratos con un gran tazón de sopa con verduras, pescados, carne y mariscos; los habitantes de los países bajos prefieren el lutefisk —un pescado gelatinoso remojado en sosa cáustica; los boricuas prefieren comer grandes cantidades de cerdo; en Vietnam, lo suyo es comer huevo cocido de pato fertilizado con todo y embrión; y en Francia, el calor del bouillabaise —sopa de pescado—revive ilusiones. En nuestro caso, un taco al pastor, una rebanada de pastel de tres leches o un esquite humeante puede ser el parteaguas entre seguir por el callejón de la amargura o sentir ganas de ponerse a danzar bajo la lluvia. Exageraciones aparte, lo que está claro es que depende del bagaje emocional de cada persona, la comida de apapacho provoca un cambio de humor inmediato. Palabras más, palabras menos, es ese tipo de comida que una vez que se ingiere, te remonta a tú lugar feliz. Ese donde te sientes abrazado, apapachado y calientito por dentro. El momento Ratatouille que ejemplifica la máxima de ‘panza llena, corazón contento’.
Menú recomienda:
Connor´s Es el lugar perfecto para los antojos, ya sea que lo tuyo sea el mac & cheese–ahumado con un toque de chipotle—, las alitas, papas fritas en diversas variedades y las malteadas con-y-sin piquete. ¿Dónde? En Isaac Newton 53, Col. Polanco. Más información: @connorsmx.
Porco Rosso Forma parte de esta moda por abrir lugares con un aire de bbq texano, donde las palabras como brisket o pulled pork suenan como si las hubiéramos conocido de toda la vida. Acá se trata de comer con las manos, ensuciarte y chuparte los dedos. ¿Dónde? En Zacatecas 102, Col. Roma. Más información: porcorossabbq.com
Lucas Local Encontrarás varias bellezas como el prensado de langosta, un sándwich hecho con mantequilla, langosta tierna y queso cheddar. Quien se coma uno y no tenga una sonrisa en el rostro es que perdió la ilusión por vivir. ¿Dónde? Colima 65, Col. Roma. Más información: @LucasLocal