Una de las máximas más importante en términos de alimentación y salud es que la digestión comienza desde la boca. Sí. Masticar bien los alimentos y tomarse su tiempo para degustarlos es un proceso básico que activa tu aparato digestivo pues, cuando los alimentos están en nuestra boca, se trituran y combinan con la saliva para luego deglutirse y asimilarse por el organismo. Si masticas bien la comida, ya tienes un bien tramo del trabajo resuelto. Ojo: si comes deprisa corres el riesgo de deglutir también aire, lo que provoca el eructo, o bien, puede no caerte bien.
Un segundo punto a tomar en cuenta es no llenar el estómago demasiado, por lo que deberás repartir la comida del día en cinco sesiones. De esta manera el estómago y los intestinos trabajarán a un paso adecuado.
En tercer lugar, recuerda que la absorción de alimentos se lleva a cabo en el intestino delgado, en tanto que la degradación de los residuos es tarea del intestino grueso. Si le damos nutrientes en exceso al cuerpo, el intestino grueso supera su capacidad para degradarlos, produciendo así gases y molestias. Durante este lapso los residuos también pierden agua. Por eso tomar agua es tan importante, pues permitirá que éstos continúen su camino por el cuerpo.
Empieza en la cocina
Los probióticos se hallan en nuestro sistema digestivo y ayudan a su óptimo funcionamiento. integra a tu dieta el kimchi o el chuchrut (col fermentada) o el té kombucha (bebida fermentada originaria de China).
En la ensalada. El vinagre de manzana tiene un alto contenido en potasio y minerales, sustancias que son benéficas para la digestión pues fomentan el crecimiento de la flora intestinal. Agrega vinagre de manzana a tus ensaladas y aderezos o, bien, tómalo diaramente antes de irte a la cama.
Por la mañana. Toma un vaso de agua tibia al despertarte por la mañana. Luego, comienza tu día con un jugo de piña con jengibre y un trocito de ajo, el cual te ayudará a estimular tu organismo, eliminar líquidos retenidos y toxinas.